Por Sara Perez
Una de las prácticas odiosas e irresponsables en las que incurrió la ex Vicepresidente de República Dominicana y ex “primera” dama, Margarita Cedeño fue la sistemática usurpación de funciones, ejerciendo poderes que no le correspondían, con acceso a fondos sin la debida supervision y afectando la institucionalidad de diversas dependencias, al suplantar mecanismos reguladores y formalmente establecidos con decisiones individuales, caridades, favores y aparentes caprichos, destinados todos a su promoción personal. Así la vimos anular una y otra vez diferentes ministerios, decidiendo por cuenta propia lo que le correspondía a las instituciones.
Parece que la actual Vicepresidente, Raquel Peña, podría seguir la misma ruta. De hecho, la señora quizás ya haya intervenido más de una vez para “resolver” con tráficos de influencia problemas de allegados, conocidos y recomendados, sustituyendo los mecanismos institucionales y poniendo más de un huevo en el proceso, mientras comienza a acostumbrarse a un ejercicio de poder al margen de reglamentos y de leyes y reglas, lo que siempre acaba acarreando consecuencias muy lamentables.
La señora, puede ser la mejor del mundo en lo que sea, pero si con llamar por teléfono puede saltarse procedimientos institucionales y si la ponen por encima de organismos que ya tienen sus incumbentes, en vez un aporte, será un obstáculo para las necesarias correcciones administrativas y burocráticas.
El último de esos desaciertos, por desgracia, tiene el aval del Presidente Abinader, quien ha puesto a la Vicepresidente al frente de una comisión de salud, anulando, reduciendo o entrando en competencia con el Ministerio de salud, al frente del cuál hay alguien que es médico, como corresponde a esas funciones.
En vez de ampliarle los poderes, harían bien el explicarle los límites, porque es de temer que no los conozca del todo.