Santo Domingo.- Como un capítulo de horror definió el diario artengino Página 12 las repatriaciones masivas de haitianos por parte de República Dominicana.
Aunque las deportaciones masivas están prohibidas en el derecho internacional, el padecimiento de las personas de la primera república independiente de América parece no tener eco en la agenda regional, destaca el reportaje del diario porteño que firma el periodista Jeremías Perez Rabasa.
El diario refiere que zon el inicio del mes de octubre se comenzó a ejecutar un plan de deportaciones masivas que tiene como objetivo expulsar a más de 10.000 haitianos por semana hasta fin de año.
Este proceso, según Página 12, cargado de denuncias por violaciones a los derechos humanos, puso en el centro de la escena internacional la situación crítica de Haití, un país históricamente quebrado por las potencias occidentales.
La cifra (a repatriar) prometida está respaldada por una estructura de deportación masiva que el país ya conoce bien, con una capacidad operativa que parece ajustarse cada vez más a la crueldad, violencia y violaciones de derechos que sufren los haitianos
El texto
“Haití, una vez más, está en el centro de la escena, y su historia, forjada en la resistencia, continúa siendo ignorada por las grandes potencias que lo llevaron al colapso. Las deportaciones en República Dominicana son solo otro capítulo más en esta tragedia, cuyo fin parece lejano. Con el inicio del mes de octubre se comenzó a ejecutar un plan de deportaciones masivas que tiene como objetivo expulsar a más de 10.000 haitianos por semana hasta fin de año. Este proceso, cargado de denuncias por violaciones a los derechos humanos, puso en el centro de la escena internacional la situación crítica de Haití, un país históricamente quebrado por las potencias occidentales
Esta situación de deportaciones masivas no es nueva. Según datos de la BBC, el año pasado la República Dominicana expulsó a aproximadamente 250 mil haitianos, y en el primer semestre de este año ya había superado los 60 mil. La Convención Americana de Derechos Humanos prohíbe las expulsiones colectivas en su artículo 22, inciso 9, y hace una década la Corte Interamericana condenó a República Dominicana por este mismo motivo. Sin embargo, este es apenas uno de los muchos capítulos de violaciones sistemáticas de los derechos humanos hacia los haitianos. Un caso paradigmático es la Sentencia 168-13, del Tribunal Constitucional dominicano, emitida el 23 de septiembre de 2013, que desnacionalizó retroactivamente a más de cuatro generaciones de dominicanos y dominicanas descendientes de haitianos, afectando a más de 200 mil personas residentes en el país.
La Convención Americana de Derechos Humanos prohíbe las expulsiones colectivas en su artículo 22, inciso 9, y hace una década la Corte Interamericana condenó a República Dominicana por este mismo motivo
La particularidad de este caso radica en que el actual presidente de República Dominicana, Luis Abinader, asumió en mayo y, desde su campaña, prometió la expulsión masiva de haitianos como parte central de su discurso. Ahora, comienza a ejecutar lo que anunció hace más de un año. La cifra prometida está respaldada por una estructura de deportación masiva que el país ya conoce bien, con una capacidad operativa que parece ajustarse cada vez más a la crueldad, violencia y violaciones de derechos que sufren los haitianos.
Mientras tanto, en Haití, la situación es dramática. El hambre generalizado, la violencia tanto estatal como de pandillas insurgentes, y una intervención militar internacional que involucra a varias naciones, han convertido al país en una caldera. La escapatoria lógica para muchos haitianos es su vecino en la isla, República Dominicana. Sin embargo, la ilusión de una salida se estrella contra las duras políticas migratorias de ese país.
El 6 de julio de 2005, el ejército brasileño comandó una intervención en el barrio de Cité Soleil, en la capital haitiana, que dejó más de 60 muertos. Aunque el hecho fue denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y se señaló al general Augusto Heleno como responsable de la masacre, este nunca cumplió condena.
Entre los ejércitos involucrados en la intervención en Haití destaca el de Kenia, que envió tropas hace algunos meses. A pesar de los graves problemas internos que enfrenta, el gobierno keniano no solo reprime brutalmente a su propia población, sino que también se jacta de hacerlo al otro lado del Atlántico.
Este no es el único caso de intervención militar en Haití. Un ejemplo relevante en la región es el de Brasil. El 6 de julio de 2005, el ejército brasileño comandó una intervención en el barrio de Cité Soleil, en la capital haitiana, que dejó más de 60 muertos. Aunque el hecho fue denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y se señaló al general Augusto Heleno como responsable de la masacre, este nunca cumplió condena. Años más tarde, fue designado responsable de inteligencia en el gobierno de Jair Bolsonaro y, posteriormente, Jefe de Gabinete de Seguridad Institucional.
La escapatoria lógica para muchos haitianos es su vecino en la isla, República Dominicana. Sin embargo, la ilusión de una salida se estrella contra las duras políticas migratorias de ese país
La deuda de Francia
Con Haití, parece que todo es posible, y nunca hay sanción para nadie. En la última reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas, el actual presidente del Consejo Presidencial de Transición de Haití, Edgard Leblanc Fils, recordó la fatídica deuda que Francia impuso al país en 1825 bajo amenaza de intervención militar por haberse liberado del yugo colonial. Esa deuda se pagó hasta el año 1947, pero Francia nunca ha reconocido esta barbaridad ni ha insinuado devolver lo robado al país caribeño. En esta 79° asamblea, tampoco hubo respuesta a este reclamo.
Las deportaciones masivas se insertan en este contexto, añadiendo un capítulo más al dolor de un pueblo que resiste y no baja los brazos, a pesar de cargar sobre sus hombros una injusta marca histórica. ¿Será que esta vez la comunidad internacional reaccionará?