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    Haití: Gobernar con discursos, sobrevivir bajo el fuego de las pandillas

    Puerto Príncipe, Rezo Nòdwès.- En Haití, los gritos silenciosos de los desplazados se pierden en las calles abandonadas de Puerto Príncipe.

    Más de 580.000 rostros sin dirección, figuras anónimas del éxodo impuesto por hombres armados que ahora reivindican el título de amos. Cada piedra movida es un testigo, cada casa quemada es una tumba.

    La ciudad, que alguna vez fue el corazón vibrante de la vida haitiana, está sangrando bajo la influencia de las pandillas, desmembrada por la violencia cruda y el abandono político.

    Pero mientras las llamas consumen barrios enteros, aparecen algunos islotes de resistencia. Como los talleres de la UNESCO, donde no tratamos heridas visibles, sino aquellas que carcomen el alma: el miedo que nos invade, el olvido imposible de las fugas nocturnas, los gritos y las puertas rotas.

    Allí, en una sala donde todavía resuenan voces entrecortadas, las mujeres están aprendiendo a respirar de nuevo, a sentarse sin miedo a una explosión.

    Tenemos que aprender a existir de nuevo ”, murmura Esther Josiane Mathelye, psicóloga, con los ojos húmedos por haber escuchado demasiado el dolor de los demás.

    El ruido de las balas, sin embargo, no desaparece. Está ahí, en el horizonte, salpicando de violencia los discursos de los políticos.

    ¿Elecciones pa´ cuándo?

    En un contexto de total inseguridad, la palabra “elecciones” vuelve, sin embargo, como un estribillo disonante. Nueva Constitución, nueva gobernanza… tantas promesas susurradas en los pasillos de las embajadas y foros internacionales, mientras las calles viven su vida cotidiana a fuego y sangre.

    La sombra de Barbecue y los de su calaña se cierne sobre una nación paralizada, como un símbolo de este poder a la deriva, donde sólo los más armados dictan las reglas.

    Mientras tanto, los desplazados deambulan. Reconstruyen hogares precarios, donde el barro y la miseria se apoderan de ellos.

    La esperanza es un lujo que sólo la fuerza del espíritu hace accesible.

    Las mujeres, a menudo en primera línea de este sufrimiento, encuentran un espacio de respiro en estos talleres: islas de paz en el corazón de un mar de caos.

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