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    Los primeros 100 días del Ministerio Público

    Por Juan Taveras Hernández

    Lo he dicho otras veces: no quiero circo, cacería de brujas, retaliación, prejuicio, ni persecución política. Pero, ¿y los presos por corrupción, pa’ cuando? Ya pasaron los cien días. El presidente Luís Abinader está demostrando capacidad gerencial trabajando día y noche, con pocas horas de sueño, lo que mantiene preocupados a sus amigos cercanos y familiares.

    Pero el hombre es joven, lleno de energía, dispuesto a enfrentar los problemas económicos y sanitarios que requieren de todo su empeño. Tomará descanso cuando el cuerpo se lo pida. ¡Bien! ¡Aleluya! Pero, ¿y los presos por corrupción pa’ cuando, Presidente?

    La Procuradora Mirian Germán tuvo un percance de salud que la envió al hospital. Por fortuna ya está en su casa. Pronto se integrará a sus labores, de lo cual me alegro. La quiero mucho, y ella lo sabe. Pero, magistrada, y los presos por prevaricación, desfalco, robo y estafa, ¿pa’ cuando?

    Estamos contentos  con los cambios que se han producido en el país, sobre todo en  el Ministerio Público con la selección de una mujer capaz y honesta, que no guarda resentimientos a pesar de todo el daño que intentó hacerle el ex presidente Danilo Medina y su pupilo Jean Alain rodríguez.

    ¡Aplausos! Pero han pasado más de cien días y aún nadie ha sido sometido a la justicia por corrupción a pesar de lo que todos sabemos: los funcionarios del gobierno pasado no se llevaron  la isla porque tenían que cargar con el fardo pesado de Haití y sus empobrecidos habitantes.

    El enriquecimiento ilícito  fue descomunal. El robo de los bienes públicos increíble. El desfalco inimaginable. Hasta donde tengo entendido, no quedó piedra sobre piedra. No conozco un ministerio, una dirección general, un departamento, donde no se produjera una expropiación de los recursos del Estado.

    Los funcionarios del PLD estaban seguros de que no se irían nunca, que se mantendrían en el poder eternamente, que sus hijos y sus nietos heredarían el Estado. Por eso no guardaron las formas, no se cuidaron, ni tuvieron pruritos o resentimientos. Robaron a manos llenas.

    Se blindaron con abogados, jueces, fiscales, militares generales, periodistas y medios de comunicación. Creyeron que habían creado una “dictadura perfecta”, constitucionalizada, lo que les permitiría hacer lo que les diera la gana, sin que nada les pasara. Pero el pueblo los sacó del poder y su zona de confort. Ahora están jodidos.

    No hay cárceles en el país para meter a tantas personas como las involucradas en actos de corrupción, según los informes que recibo constantemente. Sería necesario habilitar el teatro “Agua y Luz” del Centro de los Héroes o el Estadio Olímpico, aunque me conformaría con llevarlos de vacaciones al 15 de Azua y ponerlos en el patio a tomar el sol desde las diez de la mañana hasta las tres de la tarde.

    Dicen las encuestas que la gente está conforme con Luís Abinader y su gobierno. Pero la población quiere justicia. Es la parte del cambio que aún está por producirse, es la materia pendiente, la que todavía no pasa con notas sobresalientes.

    No bastará, advierto, con solo llevarlos a la cárcel a los corruptos, es despojarlos (quitarle) todo lo que se robaron; bienes que servirán para construir viviendas, escuelas, hospitales y carreteras. De ese modo la gente que votó por el cambio estará satisfecha, porque, ¡es presos que los quieren!

    Sé que la magistrada Germán ha trabajado mucho junto al equipo de hombres y  mujeres que la acompañan en la enorme y patriótica tarea de adecentar el Ministerio Público, lo sé, pero necesitamos ver los resultados de ese esfuerzo que realiza todos los días.

    El Consejo Nacional de la Magistratura tiene que reunirse urente para producir los cambios imperiosos en las altas cortes, porque el sistema judicial tiene que producir cambios profundos. Una buena parte de los jueces están atados a los gobierno  del PLD: jueces y fiscales tienen que estar del lado de la justicia, no de intereses de grupos económicos, políticos, religiosos, etc. La justicia al servicio de la justicia, ahí radica el cambio.

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