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    Pornografía feminista: ¿Una propuesta con valores?

    Miami, Culturizando.- Desde los principios de su existencia, la industria de la pornografía ha sido considerada un concepto totalmente opuesto al feminismo debido a que la mayoría del porno había estado dirigido por y para hombres heterosexuales, con la finalidad de excitarlos convirtiendo a la mujer -en gran cantidad de ocasiones- en un simple objeto sexual sin prestar atención a su placer.

    No obstante, en los últimos años ha tomado mucha fuerza el término «pornografía feminista», una propuesta donde cada vez hay más mujeres abordando un rol detrás y delante de la cámara con el objetivo de inspirar y alentar al sexo femenino a reconsiderar sus ideas acerca de la libertad, la sexualidad, la equidad y el placer.

    Pero… ¿Las mujeres consumen pornografía?

    en los últimos años ha tomado mucha fuerza el término «pornografía feminista», una propuesta donde cada vez hay más mujeres abordando un rol detrás y delante de la cámara con el objetivo de inspirar y alentar al sexo femenino a reconsiderar sus ideas acerca de la libertad, la sexualidad, la equidad y el placer

    De acuerdo al estudio anual realizado por el sitio Pornhub en 2017, uno de los más grandes portales a nivel mundial con más de 100 billones de videos vistos al año, las cifras no solo comprueban que las mujeres representan un 26% de las visitas anuales que recibe, sino también que durante ese año las búsquedas vinculadas al placer femenino alcanzaron cifras récord… por ejemplo, la categoría “porno para mujeres”, se incrementó en un 1400%.

    Según la cadena CNN, cerca de 13 millones de estadounidenses consumen pornografía al menos una vez al mes, asimismo, una cuarta parte de esos 13 millones son mujeres. En Francia, más de lo mismo: un 82% de las mujeres y un 99% de los hombres aseguraron ver porno en un sondeo llevado a cabo por el instituto IFOP.

    El estudio Hustler Video afirma que un 56% de sus clientes son chicas y en Holanda triunfa Dusk!, un canal porno solo para ellas.

    Así que la respuesta a la gran pregunta que tanto tabú y polémica ha generado desde que existe este género es sí: las mujeres sí consumen pornografía. Y no solo la consumen, también la crean.

    En los últimos años, la presencia femenina detrás de cámara creció a paso firme. Artistas como Erika Lust, Jiz Lee, María Bala, Paulita Pappel, Irina Vega, Pandora Blake o Petra Joy, entre otras, han irrumpido con una voz fuerte y clara en la escena del porno para ofrecer contenidos que logran conciliar lo erótico con una perspectiva ética.

    ¿En qué se diferencia la pornografía feminista del porno clásico? ¿Es solo para ellas?

    Aunque una de las creencias más extendidas acerca del porno feminista es que ofrece contenido exclusivamente pensado por mujeres y para mujeres, esto está completamente alejado de la realidad.

    Anneke Necro, actriz y directora de porno feminista y creadora de Mantis Lab -un “laboratorio creativo” de contenidos pornográficos-, explicó al diario La Vanguardia que “normalmente, la gente cree que es lésbico, que solo hay mujeres y que solamente es para ellas”.

    Sin embargo, aclara que “justamente de lo que se pretende huir es de excluir, para poder incluir cuanto más prácticas y diversidad sea posible; si solo fuera para mujeres lesbianas, sería contradictorio con nuestro discurso”.

    Dentro del porno feminista se pueden encontrar absolutamente todos los estilos para todos los gustos: hetero, bi, lésbicos, orgías, tríos, fetiches y demás cosas que te puedas imaginar. Y, aunque está pensado desde una perspectiva femenina, cualquier persona puede disfrutarlo.

    El porno feminista no se trata de una pareja haciendo el amor delante de la chimenea, todo alfombrado, lleno de chocolates, velas y príncipes de brillantes armaduras que llegan en caballos; de hecho, está muy lejos de eso.

    Lo que busca este género es hacer visible el placer de ellas dentro de la escena. Las mujeres, explica Necro en la entrevista, difícilmente pueden sentirse identificadas con la forma en la que se retrata el placer de las actrices en el porno mainstream: “Uno de los principales problemas de ese tipo de porno es que le da totalmente la espalda al deseo femenino y no lo representa de ninguna manera, ni siquiera se intuye el orgasmo femenino”, afirma.

    Para ella, el ejemplo más claro es cuando se hace una felación y la mujer está gimiendo: “Parece que va a tener el orgasmo de su vida cuando a ella no le está pasando nada, no me lo creo”.

    Así pues, este nuevo género audiovisual expone pornografía hecha con elegancia, ética y estilo; además, trata a los actores y actrices con respeto y cuidado durante el proceso de filmación, y tiene detalles tan minuciosos que te harán sentir que estás dentro de la escena.

    El porno… ¿no era el antónimo del feminismo?

    La pornografía usualmente es considerada un concepto opuesto al feminismo; de hecho, desde hace ya varios años existe una lucha entre feministas antiporno y proporno, un debate que no deja indiferente a nadie.

    Para las más fervorosas detractoras como la académica y escritora australiana reconocida por ser una de las representantes feministas más importantes del siglo XX, Germaine Greer, la industria del porno “se trata de dinero, no de liberación. La obscenidad tiene un papel importante en el arte, así como el arte erótico, pero la pornografía estrictamente hablando no es más que una manera de hacer plata”.

    Estas fueron las declaraciones que dio en una conversación con la BBC; además, Greer argumenta que el problema con la pornografía es que “es una industria inmensa, que mueve enormes cantidades de dinero, y siempre lo ha hecho, pues la pornografía es la literatura de la prostitución”.

    No obstante, existen muchas defensoras del porno desde una perspectiva feminista, como Anna Arrowsmith -conocida como Anna Span en la industria del cine para adultos-, que defienden que “la pornografía es buena para la sociedad”.

    Decía Anna en una reciente entrevista para la BBC Mundo que ella “solía ser antiporno. Pero un día, en los años 80, estaba caminando por la zona roja de Londres y mientras miraba las tiendas y bares me di cuenta que mi rabia era más bien envidia: envidiaba la libertad de los hombres… ¡sus necesidades sexuales eran atendidas de tantas formas distintas! Así que me convertí en proindustria del sexo (…) Soy proporno, pues no serlo es entregarle el sexo y la visualización del sexo a los hombres”.

    Erika Lust: La reina del cine porno feminista

    Lo cierto es que aunque muchos consideren el porno “clásico” o “mainstream” como una corriente que va en contra de los principios y los valores del movimiento feminista, es una idea con la que no se debe luchar, sino que más bien se debe cambiar.

    Es por esta razón que la presencia femenina detrás de cámara ha crecido tan rápidamente en los últimos años, dando paso a esta nueva forma de porno… Una de las presencias más fuertes es la de Erika Lust.

    Erika Hallqvist, conocida artísticamente como Erika Lust, es una directora de cine para adultos sueca, guionista y productora independiente que, gracias a sus acciones pioneras en el movimiento de la pornografía feminista, es considerada la reina de este género.

    Estudió primeramente Ciencias Políticas en la Universidad de Lund y se especializó en Derechos Humanos y Feminismo. Más tarde comenzó la carrera de cinematografía, cuando llegó el momento de hacer su primer cortometraje; era consumidora de porno y había algo que siempre le molestó: el porno clásico solo mostraba historias -en sus propias palabras-, «de mujeres rubias con vestidos ceñidos, labios rojos y pechos como sandías dando felaciones de agradecimiento a un semental que le había arreglado el auto».

    Así pues, estrenó su primera película, el corto explícito The Good Girl en el año 2004. Fue publicado gratuitamente online y tuvo más de 2 millones de descargas el primer mes.

    Además, fue proyectado en el Festival Internacional de Cine Erótico de Barcelona en el año siguiente y fue la pieza que la hizo merecedora de su primer premio Ninfa.

    Tras este éxito Lust fundó su propia productora audiovisual, Lust Films, en el año 2005, y desde entonces la compañía ha producido cortos de manera continua. Una de sus primeras producciones, la analogía Cinco historias para ellas, fue galardonada con varios premios internacionales en el año 2007.

    Las películas de Erika Lust se caracterizan por una selección muy cuidada de actores y unos estándares de producción inusuales en el mundo del cine para adultos. Lust considera que el cine pornográfico puede ser un instrumento educativo además de placentero, y que puede ayudarnos a conocer mejor nuestra sexualidad, vivir más libres y explorar nuestros deseos de manera más natural.

    También espera poder cambiar la percepción de género y los papeles sexuales estereotipados a través de su trabajo. Opina que la pornografía es «el discurso más importante en cuanto a género y sexualidad».

    ¿Por qué es importante transmitir valores en la pornografía?

    La pornografía es algo que siempre ha existido y que nunca dejará de existir; además, es innegable que el porno se ha convertido en el medio que usan los adolescentes para aprender sobre sexualidad. De hecho, un tercio del tráfico en Internet está destinado a búsquedas relacionadas con el sexo.

    Una de las principales razones es que, en la gran mayoría de las escuelas, si existe educación sexual, está enfocada en el miedo a las enfermedades de transmisión sexual o al embarazo no deseado, nunca se enfoca en el placer.

    En palabras de Lust: “Antes de tener una relación sexual, los adolescentes aprenden viendo pornografía clásica, ¿y qué les enseña? Que el rol de las mujeres es conseguir que los hombres sientan placer y eyaculen”.

    Esto es algo que la pornografía feminista está cambiando pues, no muestra ficción, muestra personas reales, con sentimientos, sensaciones, orgasmos y fantasías reales.

    La pornografía feminista nos da una visión más realista, más cercana a nosotros y a nuestra propia sexualidad, mostrando cómo las personas comunes nos relacionamos sexualmente con nuestros cuerpos y nuestras emociones.

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