De acuerdo con los datos divulgados a partir de imágenes satelitales los fuegos ocasionados por tormentas secas y elevado calor se observan desde el espacio, y se encuentran en niveles sin precedentes.

Las zonas más afectadas se localizan dentro y fuera del círculo polar ártico de Alaska y Rusia, aunque la Agencia de Recursos Naturales y Medio Ambiente de los Territorios Noroccidentales reporta que se han quemado más de 45 mil hectáreas de bosques.
En particular, la organización ambientalista Greenpeace Rusia asegura que hasta 3,3 millones de hectáreas están incendiándose, al tiempo que se declaran en estado de emergencia varias ciudades por el esmog esparcido, el cual bloquea al sol y causa dificultades para respirar.
La información agrega que el humo de los incendios siberianos se ha extendido hasta Alaska y partes de la costa occidental de Canadá.

La región atraviesa una ola de calor, lo que se traduce en que el hielo marítimo se derrite a un ritmo acelerado, al tiempo que los incendios expulsan contaminantes dañinos y gases tóxicos a la atmósfera.
Dentro del daño ambiental se reportan consecuencias para el calentamiento global, ya que el hollín (carbón negro) absorbe la luz solar y calienta el espacio.
También contribuye a exacerbar la crisis climática al despedir dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.
La producción y entrega de datos del Servicio de Monitoreo Atmosférico Copernicus es en tiempo casi real a nivel global, lo cual facilita su utilización a nivel local y regional para comprender mejor el comportamiento del planeta y gestionar el ambiente de manera sostenible.