Santo Domingo.- República Dominicana, que en la década de los años 90 constituía uno de los mayores exportadores de azúcar del mundo, está compelido a comprar el producto para satisfacer su demanda interna.
El giro se produjo luego que en el primer gobierno del entonces presidente Leonel Fernández los ingenios azucareros fueron desmantelados en sus áreas industriales y de transporte, mientras que en su parte agrícola las tierras fueron vendidas en unos casos y en otros fueron a parar a manos de poderosos civiles y militares.
El central Río Haina, que en una época llegó a ser el más grande del mundo, fue desarticulado y sus herramientas usadas para cualquier labor ajena a la industria azucarera. La misma suerte corrieron la mayoría de los otros 11 ingenios y cinco divisiones.
De aquel pasado de auge de la industria azucarera solo quedaron en pies los ingenios Consuelo y Barahona, ambos entregados al sector privado para su administración.
Una producción deficitaria
Hoy en día, la producción para el mercado local resulta deficitaria, según informó el director ejecutivo del del Instituto Nacional del Azúcar (Inazúcar).
Máximo Pérez declaró que la importación del dulce fue motivada por el hecho de que resultó insuficiente la producción en la actual zafra 2022-2023. “Fue adoptada en el salón de sesiones de la institución, con la participación de todos sus miembros e invitados especiales”.
El encuentro fue presidido por Gian Lucas Marra, en representación del ministro de Hacienda y el ministro de Agricultura, Limber Cruz, vicepresidente, dijo Pérez.
20,000 toneladas, el Central Romana
El producto fue recibido en el puerto ubicado en las instalaciones del Central Romana, una empresa privada que produce varios productos, principalmente azúcar.
«Este contingente de 20,000 toneladas de azúcar tiene como propósito garantizar el abastecimiento del mercado local como parte de la política de seguridad alimentaria del Gobierno”, declaró el director del Inazúcar.
La importación del producto también procura garantizar que haya una “reserva estratégica” para mitigar cualquier déficit que se produciría antes del inicio de la próxima zafra, a finales de noviembre próximo.