Santo Domingo.- Después de 86 años, los haitianos residentes en el Departamento del Nordeste, exigen un proceso por la masacre de haitianos en 1937 atribuida al dictador de entonces, Rafael L. Trujillo, según establecieron en un documento en el que firman descendientes de víctimas.
“Juicio por la masacre de 1937”, dice el documento dirigido a la atención de las organizaciones de Estados Americanos (OEA); y de las Naciones Unidas (ONU), igual que a República Dominicana.
Los reclamantes recurrieron a la plataforma https://chng.it/byCsy42nHQ para recoger firmas y tramitarlas a los detinatarios. “NOSOTROS, los firmantes de esta petición, bajo el auspicio de la Plataforma de Género del Noreste (PGNE), la Asociación de Colonos de Dosmond (ACD) y la Red Fronteriza Janot Succès (RFJS), tres (3) organizaciones de derechos humanos cuyos miembros somos principalmente descendientes de sobrevivientes de la masacre de 1937 perpetrada por el Estado dominicano”.
“El genocidio de 1937 no fue ni la obra de un loco ni la de un sátrapa empedernido en la abyección y en el crimen. Fue sencillamente el acto de un hombre, o de un ególatra si se quiere, que no solo obedece a la brutalidad de sus instintos, sino también a una concepción bárbara de su destino como patriota y como gobernante”, describió Joaquín Balaguer en “Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo”
En su proclama, esas organizaciones exigen que se haga el proceso por la masacre de 1937 “para que prevalezcan la verdad y la justicia de generación en generación”.
Las motivaciones
“RECORDEMOS QUE, en 1937, el Estado dominicano, bajo las órdenes del presidente Rafael Leónidas Trujillo, masacró a más de 20.000 haitianos en la frontera, utilizando el odio y la violencia de Soldados dominicanos que intencionalmente usaron armas blancas, cuchillos, machetes, hachas en el estómago y la cabeza de los haitianos. Llevado por una discriminación racial sin precedentes, hombres, mujeres y niños no se salvaron. Mujeres violadas; mujeres oradores decapitadas; Las cabezas de los niños fueron golpeadas contra las paredes hasta que murieron. Fue un terror abominable, algunos fueron encerrados en mazmorras antes de ser ejecutados como ganado. Con el objetivo de exterminar a los haitianos que viven en República Dominicana, en la región de Monte Cristi, algunos cadáveres fueron arrojados al mar, otros comidos por perros y la sangre de Los haitianos desembocaron en el río Dajabón que se convirtió en el “Río Masacre”;
Según cuenta el historiador Frank Moya Pons en su libro “Manual de Historia Dominicana”, por más intentos de acuerdos que realizaron para ese entonces nunca fue posible aclarar los límites fronterizos entre ambas naciones. Este acuerdo solo pudo alcanzarse en 1929 con la firma de un Tratado sobre la Fijación de Límites, durante el gobierno de Horacio Vásquez. “A pesar de los nuevos límites fronterizos, fijados en 1929, habían zonas del país en donde la población no pertenecía a la República y era ajena a las disposiciones y leyes del Gobierno Dominicano”, explicó Moya Pons
TENGA EN CUENTA que los efectos destructivos e ignominiosos de la masacre y el trauma causado son evidentes hoy entre los dos pueblos que comparten la misma isla;
RECORDEMOS QUE el 31 de enero de 1938 el presidente Rafael Trujillo firmó en Washington un acuerdo con el gobierno haitiano, el acuerdo de la vergüenza, sin que se haya establecido la verdad sobre el genocidio;
REAFIRMAMOS que es un principio universal que no llegamos a un acuerdo con un régimen genocida y No transigimos con la dignidad de un pueblo. Que no puede haber una sociedad estable y sostenible sin verdad y justicia;
El Estado dominicano tuvo que indemnizar al Gobierno haitiano, presidido en aquel entonces por Stenio Vincent en compensación de 750,000 dólares por “los daños y perjuicios ocasionados por lo que oficialmente se llamó conflictos fronterizos”. En otras palabras, Trujillo pagó aproximadamente 40 dólares por cada haitiano muerto en el genocidio
INFORMAMOS QUE, más de 80 años después, los juicios contra los nazis que, con voluntad judíos exterminados en 1940, continuaron, en Alemania, hasta después de 2020. Que el crimen contra la humanidad es imprescriptible. Su juicio puede tener lugar incluso después de un siglo;
LLAMADO a un deber de memoria para evitar la repetición de estos crímenes atroces mientras recordando que la única solución a la criminalidad estatal es el fin de la impunidad”.