Por Germán Reyes y Jairo Polo
Higo de Santa Cruz.- José Manuel Jiménez sigue postrado en su vivienda de bloques, sin terminar, ubicada en la comunidad Higo de Santa Cruz, antes batey 5 del área cañera del Ingenio Barahona. Sin prótesis, se entretiene con ver a sus dos niños mientras en el suelo mueven trozos de maderas y piezas de juguetes, a las que atribuyen cualidades de vehículos.
En ese entorno social rodeado de terrenos cultivados de caña, es prácticamente la única oferta laboral, la que pueda aparecer en el Consorcio Azucarero Central (CAC), que administra el estatal Ingenio Barahona en virtud de un contrato que, por igual, les ha dispensado otras facilidades en varias adendas.
Y si está en condición de discapacidad y empobrecido, cómo y dónde diablos va a trabajar ese muchacho, declaró el abogado Obispo Figuereo.

La “araña”
A poco de haberse hecho de la cédula de adulto, en 2019, el joven Jiménez, que hoy cuenta con 25 años, sufrió un accidente mientras guiaba una “araña” en los campos cañeros de la zona.
“Duré 15 minutos pisoteado por la ´araña´ y con esta pierna y muslo (lado izquierdo) rotos antes que los compañeros se acercaran y me socorrieran”, dijo Jiménez con voz que se le cortaba y trataba sin lograr que le brotaran las lágrimas.
De acuerdo con su relato, fue llevado al hospital Darío Contreras, en Santo Domingo, donde le requirieron 25,000 pesos para insumos y medicamentos. Por tal motivo, sus familiares acudieron al CAC, “que concedió 10,000 del salario que hasta entonces había devengado y los otros 15,000 dijeron que eran prestados”.
Después la empresa, según la información de Jiménez, le estuvo aportando al mes 4,000 pesos “para hasta ahora soltarme en banda hasta hoy en día”.

¿Y qué del Idoppril?
Jiménez dijo que ha recibido apoyo de parte dl Instituto Dominicano de Prevención y Protección de Riesgos Laborales (Idoppril), que administra y paga de las prestaciones del seguro de riesgos laborales del Sistema Dominicano de seguridad Social (SDSS).
Pero el Idoppril también me soltó, dijo el joven, sentado en una hilera de bloques donde a su vivienda en construcción se le debería colocar una persiana en el caso que continuara en labores. “Me dejó solo con la promesa de que fue tramitada una solicitud de pensión”.
La versión del joven fue confirmada por una fuente confiable del Idoppril en las oficinas de Neiba, desde donde sus funcionarios despachan los casos de la provincia Bahoruco.