Por José Escanio Brito
Donald Trump, presidente por segunda vez de los Estados Unidos de América, ha sorprendido a una gran parte del mundo con una política de comercio internacional a todas luces proteccionista usando barreras al comercio internacional como la imposición de Aranceles; un instrumento proteccionista que surgió en Europa durante los siglos XVI y XVIII y cuyo pensamiento fue altamente debatido; principalmente por Adam Smith en su obra maestra La Riqueza de las Naciones.
Efectivamente, el arancel es un instrumento mercantilista que busca no solo reducir las importaciones de una nación para mantener una balanza comercial positiva, sino también es usado como una política para proteger la industria local.
Precisamente, la alta cifra en su déficit comercial que tiene la economía norteamericana, que ronda los 1.2 billones de dólares y los 9.2 billones de deuda a vencer en este año 2025; que representan el 31% de su PIB, que está proyectado para este año en 29.6 billones.
Si a esta situación actual de la economía norteamericana le sumamos una virtual desaceleración de la economía, con un estimado en su crecimiento de apena 1.3%, menor
que el de 2024 que, alcanzo apenas el 2.8%. Así como la redefinición del panorama económico global que apunta hacia una desdolarización; la cual ya está avanzada en algunas naciones, por lo que no cabe duda de que la economía estadounidense va en caída libre.
Este panorama nos da una explicación de esta guerra comercial que ha emprendido el presidente de Estados Unidos, Donald, Trump una vez asume al poder en su segundo periodo de mandato presidencial.
Una guerra comercial aferrada a una imposición arancelaria que busca en la práctica el cerrar la economía norteamericana con un propósito bien diseñado, a fin de cerrar la brecha en su déficit de su balanza comercial, para luego tratar de incentivar el consumo interno induciendo un aumento en la demanda agregada a través del gasto público y, buscando que esa inyección que se hace necesaria en el aumento del gasto público en la economía norteamericana, no vaya a beneficiar mayormente a China, México y Canadá a través de sus exportaciones que hacen a Estados Unidos.
Se ha trazado como primer paso cerrar la brecha deficitaria imponiendo aranceles de forma unilateral principalmente con aquellos países que mantienes su mayor déficit comercial.
He aquí la parte híbrida de la política económica de Trump. Primero impone una política de aranceles, que es un instrumento de política mercantilista, para luego proceder a un aumento en el gasto público para aumentar la demanda agregada, que resulta ser un instrumento de política keynesiana.
Esto así, a fin de producir el efecto multiplicador que causa un aumento en la demanda agregada que ha de reflejarse en los niveles de empleos en Estados Unidos.
Hay que resaltar que con esta política trumpista se busca también atraer aquellas empresas estadounidenses que se han ido a otros países buscando ventajas comparativas, lo cual no es fácil obtener en el corto plazo y en el largo plazo muchos cambios pueden suceder en el entorno de la economía mundial.