Por Nelson Cuevas Medina
Para ser comunicador o comunicadora, en el contexto en que se desenvuelven Milagros Germán y su equipo de comunicación del Palacio se requiere, no sólo de capacidad, sino también de los conocimientos necesarios sobre los diferentes tópicos para poder transmitir a los demás opiniones objetivas, veraces, creíbles y que no se presten a burlas por desconocimiento o mal manejo del tema del cual se requiere su opinión o la posición del gobierno.
La comunicación de las acciones de un gobierno debe ser asumida por personas que puedan conectar de manera eficiente con un público deseoso de ser bien informado, que ya sabe hacer uso de los diferentes medios tecnológicos, que muchos desconocían o no tenían a su alcance antes de la pandemia Covid-19.
La variedad de informaciones que circulan a diario en medios digitales, impresos y redes sociales sobre el COVID-19 son en cierto modo causantes de la actitud muchas veces irresponsable de los ciudadanos. La información veraz sobre ese tema por parte del gobierno debe ser creíble por múltiples razones, que lleven a crear conciencia de su gravedad y el no cumplimiento de los protocolos.
Las ruedas de prensa de “la diva”
Entiendo que para ser interlocutor de un gobierno no se requiere haber sido exitoso en un medio de comunicación con la difusión de un programa determinado o haber sido entes importantes de su ascenso al poder.
Algunos presidentes se han hecho acompañar en la comunicación de sus gobiernos por periodistas que no necesariamente pertenecían a sus partidos, ni habían hecho un trabajo de campaña a su favor. Fue el caso de Miguel Guerrero en uno los gobiernos de Leonel Fernández, quien renunció del cargo a pocos meses de ser designado. Las razones de su dimisión ya han sido explicadas por ese veterano periodista.
Pero pareciera ser que no siempre a los presidentes les interesa que sus representantes en materia de comunicación tengan las cualidades requeridas. Y es la razón por la cual estos son desplazados por ellos mismos haciendo de interlocutores y otras veces por otros funcionarios, relegando a un segundo plano a los designados para asumir esas funciones.
Es el caso de Roberto Rodríguez Marchena, que en materia de comunicación del gobierno pasado fue desplazado en múltiples ocasiones por Gustavo Montalvo y por José Ramón Peralta. Esto por las debilidades manifiestas en materia de comunicación por el entonces presidente Danilo Medina, que personalmente no las asumió.
Así empezó el presidente Luis Abinader, haciendo las veces de vocero de su gobierno, aunque paulatinamente, sin éxitos visibles, esté dando la participación que no había asumido Milagros Germán en su rol de Directora de Comunicaciones y Vocera de la Presidencia.
Milagros Germán y el equipo que le acompaña han sido objeto de múltiples críticas por debilidades tan simples hasta de faltas ortográficas, gramaticales, de coherencia de las muchas publicaciones que realizan.
Para hacerlo bien se requiere de otras cualidades que no las dan necesariamente programas de humor, de entretenimiento, de investigación, aún sean bien diseñados, de amplia audiencia o la belleza física de sus presentadores/as.
Se requiere, aparte de ser un profesional del área, ser también un político acabado, de amplios conocimientos sobre diferentes temas, nacionales e internacionales, capaz de improvisar lo que serían posiciones del gobierno en situaciones diversas e imprevistas y dar las respuestas adecuadas a situaciones que eventualmente se presenten, sin entrar en contradicciones con las estrategias del gobierno en determinados temas. Evadir con elegancia y saber cuándo y cómo se devuelve la pelota al “intruso». No estás tampoco obligado u obligada a responder una pregunta si no deseas o no conviene, muchas veces formuladas con malas intenciones o buscando crear el morbo. Pero es mucho peor responder para hacer el ridículo.
La comunicación en el gobierno de Luis Abinader ha sido hasta ahora una de sus debilidades que ha de superar.
