Por Germán Reyes
Santo Domingo.- Puerto Príncipe, que arriba a sus 275 años, tenía mejor aspecto el 12 de enero de 2010, después de los temblores del mortal y devastador terremoto, sostiene el diario haitiano Le Nouvelliste.
No obstante, el medio desea “feliz cumpleaños” a la ciudad. ¡Feliz cumpleaños Puerto Príncipe! Tu pasado huye de ti, tu futuro te espera.
Sólo hay que mirar los últimos vídeos que circulan en las redes sociales para entender que la capital de Haití ya no es ni una sombra de sí misma, observa el periódico centenario en su editorial firmado por el periodista Franz Duval. “Calles vacías de peatones dan paso a avenidas ocupadas por basura, por montones de terraplenes donde los arbustos rompen el hormigón asfáltico de la carretera, la naturaleza reclama sus derechos allí donde los hombres han sido derrotados en el pleno sentido del término”.

Ya no es la ciudad líder
De acuerdo con Le Nouvelliste, desde hace cuatro años la capital haitiana ha ido perdiendo, una tras otra, las instituciones que todavía le permitían llamarse ciudad líder del país.
Hoy en día, prosigue el texto, aparte del puerto y las instalaciones del Banco de la República de Haití, no queda nada de la vida administrativa en Puerto Príncipe. “Ni sobre la vida económica. Ni de la vida judicial. Ni la vida hospitalaria”.
El panorama de la capital haitiana, según el diario, se visualiza después que las grandes empresas empezaron a hacer sus maletas. Durante años, las tiendas se habían trasladado una tras otra. Quedaba el sector informal, el transporte público y el flujo de peatones y pequeños comercios para animar las calles del centro de la ciudad.
“Hoy, el sol toca el suelo directamente sin que nadie le dé sombra. La capital es un lugar apocalíptico. Seguimos pasando por allí, a pie o en coche, pero sin parar. Cruzamos el histórico Puerto Príncipe, ya no vivimos allí”, se lamenta el rotativo.
Le Nouvelliste deplora que las pandillas, “porque este es precisamente su mayor logro”, han devorado la capital, distrito por distrito, “mientras las autoridades políticas y policiales retrocedían o huían sin pedir responsabilidades, sin intentar resistir”.
El diario refirió que la toma de Bel Air, uno de los primeros barrios exclusivos de la ciudad, o de la penitenciaría nacional, la prisión más grande del país, sin resistencia alguna, lo dice todo sobre el abandono de las ambiciones de Puerto Príncipe.

Hasta los símbolos
Desde entonces, según el periódico, en Puerto Príncipe “hemos perdido la cuenta de los símbolos que han desaparecido”.
Se refirió al palacio nacional, el parlamento, el tribunal de casación, así como la fiscalía y el hospital de la Universidad Estatal de Haití, el gran hospital general, que tienen por el momento sólo el nombre original, “pero ya no tienen su función oficial”.
Desaparecen los “puertopricenses”
Los “puertopricenses” también desaparecieron de la ciudad, observa la misma fuente. “Todos los mercados han cambiado de dirección. Los pequeños comercios que animaban la vida en la capital han huido. Los borlettes perdieron su banco en la lotería de la violencia. Los madan sara (madam sagá, buhoneras, vendedoras callejeras) se mantienen alejados de la Croix des Bossales. Las prostitutas y los bak fritay (vendedores de alimentos con papas fritas), heroicos resistentes a todas las crisis, han cerrado sus puertas”.
Puerto Príncipe asusta a todos sus niños, dice el editorialista.
El texto editorial refiere que el instituto Alexandre Pétion, el primer colegio de renombre del país, ya no tiene alumnos. “Otros colegios, universidades o centros de formación profesional están de vacaciones obligadas”.
Asimismo, la catedral, la basílica de Notre-Dame, las principales iglesias protestantes, las logias masónicas y, sin duda, incluso el último sanpwèl han abandonado la capital. “Los fieles deben ir a orar a las ciudades vecinas, siempre que sea posible”.
Las entradas cerradas
Ya no es el mar, el Bicentenaire, el Martissant o el Portail St Joseph las puertas de entrada a Puerto Príncipe.
Hoy, la calle Capois, la avenida Christophe, Lalue, Nazon, Canapé-Vert, Bourdon y algunos otros barrios son los últimos rincones habitables de la capital.
Nostalgia: Muchos besitos…
El lugar de mi iniciación a la lectura y de mis encuentros románticos ha desaparecido, refirió el periodista Roberson Geffrard.
De acuerdo con el relato del comunicador, ir a la Biblioteca Nacional todos los sábados «era para mí la cita más habitual de mi vida escolar».
Fue, precisa, una oportunidad para descubrir libros que no estaban disponibles en la Biblioteca Justin Lhérisson de Carrefour. Pero también la Biblioteca Nacional de Puerto Príncipe fue para mí el lugar favorito para mis citas con mis primeros amores. 25 años después, recuerdo autores que descubrí como Daniel Defoe, Dany Laferrière, JK Rowling, Louis-Ferdinand Céline, entre otros.
«También recuerdo muchos besitos en el patio trasero de la biblioteca, fuera de la vista…».