La Habana, Cubadebate.- Un total de 586 migrantes haitianos, de los 842 que recalaron hace nueve días por las costas del municipio villaclareño de Caibarién, ya regresaron a su país de origen, por vía aérea, desde el aeropuerto internacional Abel Santamaría, de Villa Clara.
Miguel Ángel Fernández López, director de la Cruz Roja en la provincia, dijo a Granma que, con la salida de otros dos vuelos, los que se sucederán entre hoy y el sábado de la semana en curso, deberá completarse el retorno de los migrantes.

En virtud de los compromisos internacionales en materia de migración, de los que Cuba es parte, y en correspondencia con los lazos de hermandad, cooperación y solidaridad que caracterizan la relación bilateral, se procedió al regreso seguro y voluntario de los migrantes a la nación caribeña, destacó el funcionario, quien reconoció, que, conforme a la vocación humanista de la Mayor de las Antillas, los ciudadanos haitianos recibieron las atenciones necesarias, incluyendo asistencia médica.
Joyce Paul, uno de los náufragos que llegaron a Villa Clara el pasado día 24, agradeció en nombre de sus compañeros la atención recibida en el campismo de Sierra Morena, donde fueron alojados. «Cuba es maravillosa. Les doy las gracias por darnos una segunda oportunidad de vivir. Cuba siempre estará marcada en mi corazón», dijo el joven de 19 años.

Uno de los héroes
Aun sin cumplir veinte años, Joyce Paul es uno de los héroes anónimos del rescate en alta mar de una embarcación con 842 migrantes haitianos que este martes recaló en las costas de Caibarién, un pequeño municipio del centro de Cuba.

Joyce no pasa de los cinco pies de altura, es delgado y despierto, avispado, conversa en un español casi perfecto que le sirve para hablar sobre el drama de sus últimos días. Cuando en la oscuridad del océano se desató el caos, su voz fue la primera en alzarse.
Su historia bien pudiera ser la de otros muchos de sus compañeros, que tomaron aquel barco para huir de la inseguridad y el miedo. En su caso, él escapó de Puerto Príncipe desde hace dos años, cuando la delincuencia quemó su casa y asesinó a dos de sus hermanas. Entonces República Dominicana se convirtió en el destino del resto de la familia. Y hasta allá lo persiguió la muerte.
“Del viaje nos enteramos por el propio capitán de la embaración. Nos dijo que tenía un crucero y nos engañó hablando de seguridad y de un desembarco fácil en Miami. Incluso vimos un video del supuesto barco, una cosa grande, alta, y decidimos reunir el dinero”, cuenta.