Por Nelson Marte
El 11 de septiembre de 2013 la serie OPD-Funglode publicó su capítulo “La presencia de inmigrantes haitianos en República Dominicana”, citando una encuesta según la cual en 2004 el 47.5 % de los entrevistados dijo que cumplió una migración única (FLACSO, 2004), pero para el año 2012, este porcentaje aumentó a 75.9 % (ONE, 2013), para un incremento de 59.7 % de los que están mudándose a República Dominicana con carácter permanente.
Los datos de esos estudios, “Encuesta sobre inmigrantes haitianos en República Dominicana” (FLACSO, 2004) y la “Primera Encuesta Nacional de Inmigrantes en la República Dominicana” (ONE, 2013), evidencian cómo en los gobiernos 2004-2012 del presidente Leonel Fernández se produjo el más grande desbordamiento de haitianos residiendo en nuestro país.
Esa masificación haitiana, estadísticamente documentada por sendas encuestas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y la Oficina Nacional de Estadística, fue publicada por el Observatorio Político Dominicano de la Fundación Global Democracia y Desarrollo, cuyo fundador y dueño es el doctor Leonel Fernández.
Tal desmadre de inmigrantes del vecino país es lo que ha llevado a sectores nacionalistas a expresar el temor de que Estados Unidos, Francia, Canadá y algunos pequeños países caribeños impongan al país la acogida en territorio nacional de una gran masa de haitianos que no soportan vivir en su territorio.
El esfuerzo dominicano por controlar la inmigración ilegal haitiana ha sido una constante histórica, como ocurre en países donde se presenta el mismo fenómeno con vecinos que comparten frontera.
En 1937, cuando el tirano Rafael Trujillo entendió que el número de inmigrantes haitianos era excesivo, produjo lo que ha sido llamado El Corte, como suele llamar el fantoche relato trujillista a lo que tuvo visos de genocidio.
En procura de regular el ingreso y estadía de haitianos en el país, sobre todo para la industria azucarera, fueron establecidas la ley 3143, de 11 de diciembre de 1951, modificada por la 5225 de 1959 y votado el decreto 417/90 del presidente Joaquín Balaguer.
La documentación citada evidencia que para el PLD de Leonel y el PLD de Danilo el tema haitiano es sólo un recurso politiquero que se usa a conveniencia. Otra muestra de esta afirmación es la campaña antihaitiana de Abel Martínez, con la que pretende ganar la precandidatura presidencial de ese partido y dizque aspirar a la presidencia de la República.
Pero ocurre que en el tiempo en que el PLD y Leonel produjeron el desmadre de la inmigración haitiana al país, 2004-2012, Abel Martínez fue diputado, y presidente de la Cámara de Diputados en 2010, 2011, 2012, 2013, 2014 y 2015, y nunca se le conoció oposición a esa política institucional de su partido, que tanto descontrol e inconvenientes causó y causa a nuestro país.
Tomando en cuenta el carácter fallido del estado haitiano, que hoy se encuentra en lo que apropiadamente el presidente Abinader ha caracterizado como “una guerra civil de baja intensidad”; que los dominicanos obtuvimos la independencia nacional de ese país, que ocupó nuestro territorio durante 22 años…
Ponderando que estamos obligados a ser vecinos de los haitianos, en el marco de una relación de buena vecindad y armonía, todos los políticos, dirigentes y ciudadanos dominicanos, especialmente los del PLD de Leonel y el PLD de Danilo y Abel Martínez, por la razón documentada deberíamos colocarnos en ese espíritu enérgico, pero realista y propositiva como calificó Diario Libre el discurso que pronunció el presidente el jueves en la OEA.
Así también el editorial del Hoy, precisando que “Con su reciente presencia en Estados Unidos, desplazándose por entes decisivos para las relaciones exteriores, el primer mandatario se rigió con una agenda de objetivos favorables para su nación y todo indica que además, habría logrado una mayor comprensión de la gravedad del problema haitiano en esferas de poder y sobre la urgencia de resolverlo. No más indiferencia desde el resto del mundo”.
Todos aquí y afuera debemos tener presente el eco de las palabras pronunciadas hace un año por el presidente Abinader en la Asamblea General de la ONU, cuando dijo de manera tajante e inequívoca que “No hay, ni habrá jamás, una solución dominicana a la crisis de Haití”.
Además la determinación de Luis que lo convirtió en el único presidente que ha iniciado una limitación concreta al éxodo haitiano hacia acá, dando inicio a la construcción de una verja inteligente para controlar los puntos más vulnerables de la incursión ilegal haitiana por la línea fronteriza.

