Santo Domingo.- El periódico español El País, uno de los de mayor influencia y lectoría en el mundo de habla hispana, ponderó los indicadores de la economía dominicana, la cual “lleva más de una década creciendo por encima del 5% impulsado por las remesas y la industria turística”.
En un reporte del periodista David Marcial Pérez, que titula “La economía dominicana exhibe músculo”, el diario inserta la imagen de centenares de personas cuando disfrutan en una de las hermosas playas del país caribeño para apuntalar la idea de que el turismo es uno de los indicadores que soportan y catapultan la economía.
Al tomar como punto de partida el final de la crisis bancaria de 2004, la cual inició iniciada un año antes con el fraude de la doble contabilidad del Baninter, pone en relieve el hecho de que hoy en día República Dominicana exhibe una estabilidad de sus políticas fiscal y monetaria. A continuación el texto.
La ponderación del FMI
“Desde la quiebra del segundo banco más grande del país en 2003, la recuperación económica de República Dominicana ha sido imparable. La crisis provocada por el fraude de la doble contabilidad de Baninter, rescatado con dinero público, provocó una fuerte salida de capitales, adelgazamiento de reservas, acelerones en déficit y deuda, una férrea devaluación externa y también vía salarios, lo que aumentó las grietas de la pobreza y la desigualdad. Pero tras la recuperación en 2005, con un paquete de reformas que atajaron al sistema financiero y el reequilibro de cuentas públicas, la economía ha vuelto a carburar a tasas por encima del 5%, hasta doblar el año pasado la renta per capita, colocar el desempleo en mínimo histórico y la inflación a raya. El turismo y las remesas son los motores principales del milagro dominicano.
La estabilidad de las políticas fiscal y monetaria es una de las constantes subrayadas por todos los organismos internacionales, uno de los puntales para explicar el crecimiento sostenido que ha aupado al país para competir con Panamá como la economía más fuerte de la región, pero sin el filón del opaco sector financiero panameño. El año pasado, el PIB cerró con una subida del 7%, por encima de Panamá y liderando a toda Latinoamérica. Este año las previsiones son levemente a la baja porque “acusará la ralentización de la economía global, aunque podría ser compensada por una demanda interna más fuerte de lo esperado, sostenida por los ingresos y el crecimiento del crédito”, según apuntaba el FMI en un informe reciente.
“La estabilidad no es nueva, salvo algunos años, llevamos con crecimientos de más del 5% casi desde los años cincuenta”, señala el profesor de la Pontificia Universidad Católica de Santo Domingo, Miguel Ceara-Hatton, que subraya como cimientos la alta disponibilidad de divisas vía turismo y remesas, las dos mayores aportaciones al PIB con 9% y 8%, respectivamente, y la inversión extrajera directa, que en 2017 rozó los 4.000 millones de dólares (3.636 millones de euros) gracias a la compra del 35% de uno los emblemas del país: la Cervecería Nacional Dominicana. La inyección de divisas es la válvula de oxigeno de cualquier economía pequeña y más todavía de una isla. “Necesitamos importar gran parte bienes de capital y de equipo, además de commodities, como petróleo o trigo”, recuerda Ceara-Hatton.
PREVISIONES
5%. El último informe de previsiones del FMI augura que la economía dominicana mantendrá su velocidad de crucero. Para 2019 el pronóstico del organismo internacional apunta a un crecimiento del 5,1%, y del 5% para 2020 y 2021.
3,7%. A diferencia de otras economías latinoamericanas, que tienen un serio problema de inflación, lo que las hace más vulnerables, el país caribeño tiene los precios bajo control. El FMI prevé un IPC del 3,7% este año y del 4% en 2020.
1,2%. El organismo internacional espera que el déficit por cuenta corriente de la República Dominicana sea del 1,2% en 2019 y del 1,4% el próximo año.
Dependencia de EE UU
El turismo no ha dejado de subir. El año pasado cerró con cifras récord y un aumento de más del 6%. El principal país de origen es EE UU, así como el las remesas —casi el 80%— procedentes de los más de dos millones de dominicanos residentes en las ciudades estadounidenses. La dependencia del gigante del norte es de carácter más comercial que financiero, lo que ayudó a aplacar las turbulencias provocadas en otros puertos latinoamericanos durante las recientes subidas de tipos en Washington, así como a aliviar el impacto de la rebaja fiscal de Trump. “Apenas hizo falta una respuesta en nuestra política monetaria. Los estímulos y el crecimiento en EE UU lo que provocó en realidad es que las exportaciones dominicanas cerraran el año muy arriba”, señala Pavel Isa Contreras, investigador del Instituto Tecnológico de Santo Domingo.
Las exportaciones, pese al acelerón de casi el 15% del año pasado y la actividad de las zonas francas —que aportan más de la mitad de las ventas al exterior, concentradas en material médico, dispositivos eléctricos, textiles y cigarros—, son el flanco débil. “En términos reales, apenas han crecido durante la última década. Tenemos un problema de generación de divisas, porque las remesas y el turismo apenas crecen. Estamos apoyando nuestro fuerte crecimiento en el bajo precio del petróleo de estos años y en deuda pública”, añade Isa Contreras. De momento, la balanza por cuenta corriente se mantiene controlada, pero la contraparte en importaciones empieza a desbocarse. En un informe sobre la región, la CEPAL subraya esta circunstancia: “Destaca el incremento de República Dominicana (11,8%), impulsado por el dinamismo de la demanda interna y el notable incremento de la factura petrolera (36%)”.
La tasa de desempleo está en mínimos (5,5%), pero entre los retos apuntados por los organismos internacionales está la mejora de las condiciones del mercado laboral. “Tras la última crisis, los sueldos se convirtieron en una herramienta de ajuste. Desde entonces, todo ha subido menos los ingresos. Descontando la inflación, el salario mínimo actual es menor que el establecido en los años sesenta”, apunta Ceara-Hatton. Pese a la disparidad de renta, la demanda interna gana peso en parte gracias a la fluidez del crédito, lo que ha propiciado a su vez un repunte en el sector inmobiliario durante los últimos años (un 10% solo en 2018), aupado también por la ampliación del parque hotelero.
La crisis de 2002 coincidió con la implementación de una nueva regulación financiera antiblanqueo de capitales. El Grupo de Acción Financiera Internacional para América Latina (Galifat), uno de los organismos internacionales contra el blanqueo, está actualmente supervisando el sistema dominicano, que implementó una nueva ley hace dos años. “El Gobierno ha puesto más interés porque corríamos el riesgo de caer en alguna lista negra”, apunta Hieromy Castro, coordinador de la rama dominicana de Trasparecía Internacional. El último informe del Galifat, de septiembre del año pasado, reconoce que “el marco normativo está en sintonía con los estándares internacionales”. Aunque destaca que existen riesgos en las entidades no financieras y que el 58% de los delitos relacionados con el lavado tiene que ver con narcotráfico, que ha recobrado fuerza en el país como ruta de paso alternativa a los canales tradicionales como México”.