Por Ramón Zabala
Desde la fundación del Partido Revolucionario Moderno quedó clara la intención de engaño por parte de su cúpula, con Hipólito Mejía y Luís Abinader a la cabeza. Manifestada dicha intención en la forma antidemocrática que designaron su presidente, secretario general y los más importantes cargos dirigenciales de esa especie de asociación empresarial denominada Partido Revolucionario Moderno.
En las dos campañas electorales (2016-20 y 20-24 la alta dirección de ese partido no presentó al país ni a las bases de su partido un plan de gobierno a realizarse en en uno o más período de gestión pública. Todo se circuncribio al cambio va, de manera que el arma política de la militancia perremeista no pasó de ser el antipeledeismo puro y simple.
Ahora resulta que la composición del actual gobierno es mayoritariamente del empresariado, sociedad civil y en menor medida el PRM. Pero las medidas que hasta ahora ha tomado el primer mandatario van en favor de los sectores empresariales, lo que define el carácter burgués oligárquico del gobierno encabezado por Luis Abinader.
Tomando en cuenta la limitada participación política partidaria en el gobierno y la falta de experiencia en militancia política de José Paliza y Carolina Mejía, se puede decir que el Partido Revolucionario Moderno es una masa amorfa y el gobierno de Luis Abinader inorgánico, sin base de sustentación popular.
Es obvio que falta una interlocución efectiva entre la dirigencia medía y de base del PRM y el gobierno, que no puede ser Paliza o Carolina. De manera que para este partido sostener el gobierno en el 2024 tiene que cambiar esos dirigentes y esta administración reorientar el rumbo de la economía.
De manera que los nombramientos en cargos importantes de vinculados al pasado gobierno, connotados miembros de la sociedad civil y de la marcha verde demuestra que el engaño fue el único programa en la agenda de Hipólito y Abinader.
