Por Djovany Michel
Puerto Príncipe.- La discrepancia de precios de Sunrise Airways no es solo una anomalía: es una humillación organizada. Cuando un vuelo nacional de 30 minutos entre Puerto Príncipe y Cabo Haitiano cuesta $210, mientras que un viaje de tres horas entre Brasil y Uruguay cuesta $121, ya no hablamos de economía, sino de depredación sistémica.
Peor aún, un vuelo de 2 horas de Cabo Haitiano a Jamaica cuesta $1,300, más del doble que un vuelo transatlántico de 11 horas de Brasil a Italia ($511). Con Sunrise, un haitiano debe pagar $1,560 por un vuelo de 4 horas de Puerto Príncipe a Brasil, mientras que un vuelo de 9 horas de Brasil a Santo Domingo cuesta $215, o un vuelo de 11 horas de Brasil a Miami cuesta solo $310.
Estas comparaciones son condenatorias. Los cielos de Haití no son simplemente inasequibles: están deliberadamente cerrados para empobrecer, aislar e inmovilizar a una población ya de por sí maltratada.
Un nombre: Philippe Bayard
Detrás de esta situación, un nombre sigue apareciendo: Philippe Bayard, director ejecutivo de Sunrise Airways, una figura influyente en la oligarquía haitiana.
En 2024, el Aeropuerto Toussaint Louverture, de Puerto Príncipe, fue atacado varias veces por bandas armadas: el 5 de marzo, un policía fue asesinado; el 11 de noviembre, un auxiliar de vuelo de Spirit Airlines resultó herido de bala, lo que obligó a un avión a desviarse. Como resultado, las aerolíneas extranjeras huyeron y Sunrise Airways se encontró sola en la pista, imponiendo su monopolio sin escrúpulos.
Este escándalo económico no habría sido posible sin la complicidad pasiva de las autoridades haitianas, en particular de la Autoridad Aeroportuaria Nacional (AAN) y el Ministerio de Transporte.
El Estado no solo no hizo nada para defender a la población, sino que además otorgó 11 millones de dólares en ayudas públicas y seguros a Sunrise Airways.
Hoy, Philippe Bayard actúa con total impunidad. Impone tarifas desorbitadas, pisotea la dignidad de los haitianos y bloquea toda competencia.
Haití debe levantarse
Lo que está en juego aquí es más que una simple cuestión de tarifas: se trata de una estrategia de control aéreo, un cártel económico que aprovecha el caos para consolidar su poder.
Viajar de una ciudad a otra nunca debería costar más que cruzar un continente.
Este desequilibrio no es casual: es el resultado de un sistema controlado por una oligarquía que transforma la inseguridad en un instrumento de lucro.
Es hora de romper este monopolio. Es hora de exigir justicia, regulación y apertura del mercado aéreo haitiano.
