Por Teudis Cuello
Partiendo de la estructura económica neoliberal de la sociedad dominicana el concepto de sociedad liquida podemos encontrarlo en todo su andamiaje político y socio cultural.
La eliminación de la influencia del Estado en la economía a través de la la privatización ejecutada con voracidad, a partir de 1996, sentaron las bases para la privatización de los servicios sociales, educativos y culturales.
Todo esto condicionado previamente con la manipulación de la consciencia del pueblo a través de los medios de comunicación, que se encargaron de imponer el concepto del Estado como no acto para administrar las empresas y servicios que todavía eran patrimonio del pueblo dominicano.
En este aparente caos se comienza también la privatización de los servicios, de la salud, la educación, la cultura y la política. Esta última pasa de ser un instrumento de cambió para el bienestar colectivo en un negocio para manipular el Estado y servirse de él como fuente de acumulación originaria de capital.
La política, en el caso nuestro, es la forma más patética de una sociedad liquida basada en la manipulación, la corrupción, el transfuguismo y la inestabilidad de los principios éticos y morales.
En este escenario los cambios se suceden con rapidez vertiginosa según los dueños del pincel. Lo que era blanco hoy mañana será morado y todo se justifica con la maquiavélica y pragmática tesis de que el fin justifica los medios.
Esta partidocracia ha creado todo un andamiaje económico-social que le permite a través de un esquema clientelar y un discurso demagógico y mantener una franja de la población como esclavos políticos.
Esta mafia ramificada en la estructura del Estado manipula y controla los poderes formales: Congreso, altas cortes, justicia y ejecutivo.
Crean corrientes de desinformación a través de los medios que controlan los oligarcas, que tienen negocios con ellos, manipulando la opinión pública y vendiéndole gatos por liebre a la población. Así se reciclan y se mantienen en el poder.