Por Suny Florentino
Las campañas electorales temerarias pueden ser descritas como aquellas que utilizan tácticas extremas, irresponsables o inmorales, solo por ganar las elecciones. Estas tácticas pueden incluir difamación, calumnias, propaganda engañosa o, incluso, violencia física.
Es dañina para la democracia, ya que socava la integridad del proceso electoral y erosiona la confianza del público en el gobierno. También pueden ser perjudicial para los candidatos involucrados, ya que pueden dañar su reputación y credibilidad a largo plazo.
En lugar de una campaña temeraria, es importante que los candidatos se enfoquen en presentar sus propuestas de manera clara y transparente, y respetar los valores democráticos fundamentales, como el respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión y la igualdad ante la ley. Esto puede ayudar a fortalecer la confianza del pueblo en el proceso electoral y en los líderes elegidos.
La violencia en una campaña electoral puede ser desencadenada por varias razones, como la intolerancia política, la polarización, la exclusión social, la falta de oportunidades económicas, entre otras.
Es importante que los líderes políticos y las instituciones electorales: JCE y ONGs, tomen medidas preventivas para reducir el riesgo de violencia, incluyendo la promoción del diálogo pacífico y la resolución de conflictos, la educación cívica y el fortalecimiento de la seguridad pública.
En resumen, una campaña electoral sangrienta es un síntoma preocupante de la falta de estabilidad política y social en un país.
Y es importante tomar medidas preventivas para reducir el riesgo de caer en la violencia.
Es propicio el momento para que los actores sociales que tendrán la responsabilidad de administrar y observar el correcto desenvolvimiento de las elecciones venideras, sirvan de equilibrio entre las partes, ya que más allá de mayo 2024, el país y la vida siguen.
