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    VÍDEO: Abinader sugiere al CES deliberar sobre la conversión de las comunidades fronterizas en motores de progreso sostenible

    Santo Domingo.- El presidente Luis Abinader sugirió al Consejo Económico y Social (CES), que reunió a los expresidentes para debatir sobre la repercusión de la crisis haitiana, que delibere sobre la forma de convertir “nuestras comunidades fronterizas en motores de progreso sostenible”.

    De acuerdo con el jefe del Estado, “debemos pensar en infraestructuras modernas, en la provisión de servicios básicos, en la generación de empleo digno y en el fomento de inversiones que transformen la realidad de quienes habitan esas zonas”.

    Para Abinader dignificar la vida en la frontera es fortalecer nuestro primer bastión de defensa nacional, es construir la paz desde la equidad y el desarrollo.

    La reunión en el CES del gobernante y sus antecesores Danilo Medina, Leonel Fernández e Hipólito Mejía fue realizada en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña (BNPHU) para definir las acciones de la política migratoria frente a la crisis en Haití.

    El texto íntegro del discurso

    “En tiempos difíciles, la grandeza de una nación se mide por su capacidad de encontrar unidad entre sus diferencias.”

    Hoy es uno de esos momentos para la República Dominicana.

    Señoras y señores:

    Expresidentes de la República, distinguidos Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina.

    Honorables miembros del Consejo Económico y Social.

    Representantes de todos los poderes del Estado

    Amigos todos:

    Nos reúne un deber que no admite dilación, un llamado que trasciende tiempos, generaciones y colores políticos: defender la soberanía, la seguridad y la dignidad de la República Dominicana. Este deber nos convoca no como actores aislados, sino como una nación unida que reconoce que en los momentos de mayor dificultad es cuando se mide la grandeza de los pueblos.

    Nos encontramos en un instante decisivo de nuestra historia, un punto de inflexión que nos desafía a estar a la altura de los ideales que han inspirado cada uno de los logros de nuestra nación. Hoy, más que nunca, debemos hacer un alto en el camino para mirar con profundidad y serenidad el presente que enfrentamos y, sobre todo, el futuro que estamos llamados a construir.

    El presidente Luis Abinader (centro), junto a los exmandatarios Hipólito Mejía, Danilo Medina, Leonel Fernández y el coordinador del CES, Rafael Toribio

    La situación que atraviesa la República de Haití —caracterizada por el colapso de sus instituciones, la fragmentación de su tejido social y una crisis humanitaria sin precedentes— representa no solo un desafío para ellos, sino también para nosotros. Ninguna nación puede ignorar cuando su vecino existe en la inseguridad, y ningún pueblo puede permanecer impasible cuando los vientos de la inestabilidad amenazan su paz y su desarrollo.

    Pero nuestra respuesta no puede ser improvisada ni unilateral. Requiere reflexión profunda, análisis serio, voluntad de diálogo y visión de Estado. Por eso, hoy inauguramos esta histórica sesión del Consejo Económico y Social, para que, juntos, demos forma a las soluciones que demanda este tiempo.

    Ninguna nación puede ignorar cuando su vecino existe en la inseguridad, y ningún pueblo puede permanecer impasible cuando los vientos de la inestabilidad amenazan su paz y su desarrollo

    Convocamos a este foro plural con el firme propósito de abrir un espacio donde, con responsabilidad y patriotismo, podamos identificar las mejores rutas para afrontar esta crisis de manera firme, justa y solidaria. En este recinto no venimos a imponer ideas, sino a sembrar acuerdos; no venimos a proclamar certezas inamovibles, sino a construir, desde el debate respetuoso, las bases de un consenso nacional.

    La realidad migratoria es uno de los principales temas que merece nuestra atención. No es un secreto que la presión migratoria procedente de Haití ha puesto a prueba nuestras capacidades institucionales y sociales. Esta situación nos invita a reflexionar cómo podemos alcanzar un modelo migratorio que sea humano en su trato, pero firme en su control; que acoja desde la dignidad, pero que también proteja los legítimos intereses de nuestro país. Se hace necesario discutir propuestas que modernicen los sistemas de control, fortalezcan la gestión fronteriza y aseguren un cumplimiento efectivo de nuestras leyes migratorias. El desafío es grande, pero mayor aún es nuestra voluntad de afrontarlo con justicia y generosidad.

    «…no venimos a imponer ideas, sino a sembrar acuerdos; no venimos a proclamar certezas inamovibles, sino a construir, desde el debate respetuoso, las bases de un consenso nacional

    La frontera, más allá de ser una simple línea en el mapa, para nosotros es mucho más: es el lugar donde nace la Patria, donde empieza el respeto y donde reafirmamos que ser dominicanos es un orgullo que se defiende desde el primer paso. La frontera no es donde termina la República Dominicana. La frontera es el principio. Por eso, debe convertirse en un espacio de desarrollo humano y económico. Este foro tiene ante sí la tarea de deliberar sobre cómo convertir nuestras comunidades fronterizas en motores de progreso sostenible. Debemos pensar en infraestructuras modernas, en la provisión de servicios básicos, en la generación de empleo digno y en el fomento de inversiones que transformen la realidad de quienes habitan esas zonas. Dignificar la vida en la frontera es fortalecer nuestro primer bastión de defensa nacional, es construir la paz desde la equidad y el desarrollo.

    Otro tema de trascendental importancia es el comercio bilateral. El intercambio comercial con Haití ha sido, durante décadas, un pilar para numerosos sectores de nuestra economía. Sin embargo, este comercio ha estado marcado por la informalidad, el contrabando y la falta de regulaciones claras. Este Consejo tiene hoy la oportunidad histórica de abrir un diálogo franco sobre cómo institucionalizar un comercio bilateral seguro, transparente y beneficioso para ambas naciones. Urge diseñar mecanismos que eliminen las prácticas ilegales y fortalezcan los canales formales de intercambio, garantizando así una economía más robusta y resiliente.

    La frontera es el lugar donde nace la Patria, donde empieza el respeto y donde reafirmamos que ser dominicanos es un orgullo que se defiende desde el primer paso

    En paralelo, debemos considerar la dimensión de la seguridad nacional. La crisis haitiana tiene el potencial de afectar de manera directa nuestra estabilidad interna. Por eso, este foro debe reflexionar sobre las estrategias que nos permitan proteger nuestro territorio de las amenazas del crimen transnacional, el tráfico de personas, de armas y de sustancias ilícitas. Pero también debe pensar en cómo combatir, desde sus raíces, las causas de la inseguridad, apostando por políticas integrales que combinen vigilancia e inteligencia con inversión en educación, empleo y cohesión social.

    Entendemos también que los problemas que hoy discutimos no pueden resolverse sólo con esfuerzos nacionales. Haití necesita del apoyo decidido de la comunidad internacional. Este Consejo debe debatir sobre cómo articular una política exterior activa y propositiva, que convoque al mundo a una acción conjunta para la reconstrucción institucional y económica de Haití. Se trata de construir alianzas, de sensibilizar conciencias y de movilizar voluntades que reconozcan que la estabilidad de Haití es, en gran medida, la garantía de nuestra propia estabilidad.

    En esta misma línea, no podemos soslayar la cuestión laboral. Muchos sectores productivos de nuestro país emplean mano de obra haitiana, situación que ha generado tanto beneficios como desafíos. Este foro tiene la responsabilidad de analizar cómo garantizar que las relaciones laborales se rijan por el respeto a la ley, la dignidad del trabajo y los derechos de todas las personas. Combatir la informalidad y asegurar condiciones laborales justas es parte de la construcción de una República Dominicana más fuerte, más equitativa y más humana.

    Señoras y señores,

    Nos encontramos en un momento en que las decisiones que tomemos resonarán por generaciones. No podemos permitirnos la indiferencia ni la improvisación. Nos corresponde ser audaces en el diagnóstico, serios en la propuesta y generosos en el consenso.

    Debemos pensar en infraestructuras modernas, en la provisión de servicios básicos, en la generación de empleo digno y en el fomento de inversiones que transformen la realidad de quienes habitan esas zonas

    Este es el llamado que hoy les hago: a trabajar sin descanso, con la mente abierta y el corazón firme, para que de estas deliberaciones emerjan las respuestas que la patria reclama. Que el diálogo sea nuestro instrumento, la verdad nuestro horizonte y la unidad nuestra fuerza.

    Que no se diga que en tiempos de prueba la República Dominicana vaciló. Que el futuro testifique que, ante el desafío, los dominicanos nos unimos en un solo espíritu para defender nuestra soberanía, proteger nuestra paz y proyectar un futuro de dignidad y prosperidad para todos.

    Nuestro compromiso debe ser con una nación que encuentre en la justicia su escudo, en la unidad su fortaleza y en la dignidad su destino. Que el espíritu que nos convoca hoy ilumine cada palabra, cada propuesta y cada decisión que surja de este histórico encuentro.

    Que, desde este día, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos puedan mirar hacia atrás y decir: allí, en aquella hora difícil, nuestros padres, nuestros abuelos se sentaron en un diálogo generoso para garantizar la soberanía y la seguridad de la Nación.

    ¡Que Dios bendiga la República Dominicana!

    Muchas gracias.

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