Santo Domingo.- Las relaciones entre República Dominicana y Cuba, normalizadas en el gobierno que presidió Leonel Fernández, son objeto de agrietamiento a consecuencia de la influencia del gobierno de Estados Unidos en la aplicación de la política exterior criolla, aseguró la intelectual Lilliam Oviedo.
Oviedo, de profesión periodista, escribió sobre el tema en su blog Lo Cierto Sin Censura, con el titular: “Chantaje imperialista agrieta relaciones entre República Dominicana y Cuba”.
El texto
“El poder estadounidense presiona a los gobiernos serviles de América Latina para que contribuyan a aislar a Cuba y a dar apariencia de legitimidad a la agresión contra Venezuela.
Las autoridades dominicanas han cedido a la presión. Se torna evidente cuando se observa el enfriamiento en las relaciones con Cuba, restablecidas en abril de 1998 (tras 38 años de ruptura y cuando casi todos los países latinoamericanos las habían restablecido) y el apoyo a las medidas dirigidas a desconocer la legalidad del gobierno que encabeza Nicolás Maduro.
Dado que Estados Unidos no abandonará el intento de derrocar a Maduro ni el objetivo de revertir el avance político en Cuba, se prevé que las presiones aumentarán y el chantaje será ejercido en forma cada vez más grotesca.
El actual gobierno de República Dominicana y el que le sucederá en agosto del presente año, que surge de un sistema político podrido, asumirán compromisos definitorios. Se hace necesario aumentar el nivel de organización de los sectores progresistas y denunciar como ilegítimas las posturas contrarrevolucionarias oficiales.
Roces con Cuba…
“La Serie del Caribe 2020 se celebrará en Puerto Rico del 1 al 7 de febrero con la participación de República Dominicana, Venezuela, México, Colombia, Panamá y Puerto Rico”, reseña El Nuevo Día. Otros diarios destacan que Cuba, que desde el año 2014 había participado como país invitado y en 2015 ganó el campeonato regional, fue sustituida por Colombia.
Analizar las razones por las cuales Cuba no figura en la lista de participantes, no es competencia de la crónica deportiva, pues involucra el recrudecimiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos desde 1962 y el evidente deterioro de las relaciones entre Cuba y República Dominicana.
El comisionado de la Confederación de Béisbol del Caribe, Juan Francisco Puello Herrera, quien en ocasiones anteriores había contribuido a facilitar la participación de Cuba, no actuó de la misma forma de cara al evento programado para febrero. ¿Por qué? De seguro no respondería con la verdad a esta pregunta.
El dominicano Puello Herrera propuso que Cuba creara un equipo de estrellas, sometiera una lista a la Embajada de Estados Unidos en República Dominicana y enviara a este país a los jugadores a recoger sus visas, sin garantías plenas de aprobación y sin que la Confederación pagara por el costo del proceso de visado y los gastos en pasajes, transporte, alojamiento y alimentación de jugadores, técnicos y delegados. ¡Y dice que hizo todo lo posible y la negligencia de un funcionario cubano impidió la inclusión de Cuba en la competencia regional! ¿No se le ocurrió, acaso, un trámite menos costoso y más seguro?
Nada amable ha sido el intercambio sobre el tema, sobre todo porque al funcionario dominicano no se ha mostrado partidario de la inclusión de Cuba en la comisión caribeña como miembro de pleno derecho.
La influencia de los estrategas yanquis, su capacidad de presión y su disposición para el chantaje, ¿nada tienen que ver con el cambio de actitud del comisionado? La sospecha tiene fundamento.
Tampoco se circunscribe al ámbito deportivo la participación de altos militares dominicanos (fue identificado William Solís, mayor de la Fuerza Aérea) en la deserción de los estelares peloteros cubanos Yulieski y Lourdes Gourriel en el año 2017, durante la Serie del Caribe. Está documentado que militares conducían el vehículo en el cual los deportistas abandonaron el hotel que los alojaba como miembros de la delegación cubana. ¿Hasta dónde este hecho compromete a la alta oficialidad dominicana? La pregunta queda abierta.
Fuera del ámbito deportivo, cabe recordar que en febrero del año pasado el gobierno de Cuba denunció que entre los días 6 y 10 del mismo mes se detectaron vuelos de aviones de transporte militar desde Estados Unidos hacia bases en Puerto Rico, República Dominicana y otras islas caribeñas. Esos movimientos, dice un comunicado oficial, “se originaron en instalaciones militares estadounidenses desde las cuales operan unidades de Fuerzas de Operaciones Especiales y de la Infantería de Marina que se utilizan para acciones encubiertas, incluso contra líderes de otros países”.
Las autoridades cubanas indican que probablemente los gobiernos de Puerto Rico, República Dominicana y otros países del Caribe utilizados por Estados Unidos, no tienen conocimiento acerca de los preparativos para la agresión. A pesar de esta expresión, la denuncia es contundente.
La Cancillería dominicana negó esos aprestos, pero reconoció en ese momento que un contingente de fuerzas especiales de ataques anfibios y lucha antiterrorista del Comando Sur de Estados Unidos participaba en ejercicios con militares dominicanos, centrándose en espacios de aeropuertos y operaciones marinas en la base naval de Las Calderas, en Baní. Además, tropas del Comando Sur realizaron un simulacro contra terrorismo en el Aeropuerto Internacional del Higüero junto al Cuerpo Especializado de Seguridad Aeroportuaria y de Aviación Civil (Cesac).
Hay que decir también que la denuncia de Cuba fue reiterada por Venezuela. En febrero del año pasado, las autoridades dominicanas se habían prestado a desconocer, en el seno de la OEA, la legitimidad del gobierno que encabeza Nicolás Maduro.
Tensas relaciones con Venezuela
El 10 de enero del año 2019, República Dominicana votó en una reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) a favor de “no reconocer la legitimidad” del segundo mandato de Nicolás Maduro. El día 24, ratificó su posición en el seno de la Asamblea General de la OEA, en la cual reconoció como presidente interino al autoproclamado Juan Guaidó.
Lo anterior era previsible, pues en junio del año 2018 ya había favorecido, también en la OEA, el desconocimiento de las elecciones.
Las tensiones con Venezuela implican el enfriamiento de las relaciones con Cuba, igual que la identificación con Luis Almagro y la OEA.
Los estrategas yanquis esperan de Danilo Medina y los demás funcionarios, el particular el canciller Miguel Vargas Maldonado, un compromiso cada vez más fuerte en ese sentido.
Recientemente, Danilo Medina se reunió con el subsecretario del Departamento del Tesoro, Marshall Billingslea, con quien habló sobre Venezuela y sobre los proyectos de derrocar a Nicolás Maduro.
“Esperamos con interés poder trabajar con la República Dominicana y países de toda la región para apoyar al pueblo venezolano en sus esfuerzos por restaurar la democracia, apoyar a la Asamblea Nacional (Parlamento) de Venezuela y al presidente interino Juan Guaidó, y responsabilizar al régimen corrupto y represivo de Maduro”, dice una declaración de Billingslea.
Habla también sobre delitos financieros y sobre la captura del narcotraficante César Emilio Peralta, apodado César el Abusador.
¿Hay que hablar de presión y de chantaje? Sería redundante, pero lo grave es que se compromete la soberanía del país y se trabaja contra los esfuerzos regionales de integración.
Compromiso con el atraso político
En febrero de 1962, cuando se emitió la Orden Ejecutiva 3347 oficializando el bloqueo contra Cuba, habían transcurrido 13 meses desde la ruptura de relaciones diplomáticas por parte de Estados Unidos y 14 meses desde la reducción a cero de la cuota azucarera que favorecía las compras del dulce a Cuba.
Aislar a la naciente revolución fue siempre un objetivo de Estados Unidos. En la década de 1960 utilizó su capacidad de presión y chantaje para separarla de América Latina, y hoy mantiene la política de agresión.
“Estén atentos, habrá más acciones enfocadas a restringir los ingresos” del gobierno cubano, dijo en diciembre pasado Michael Kozak, subsecretario en funciones para América Latina. Eso después de imponer nuevas restricciones a los viajes y a las remesas.
Hoy, como ayer, utiliza a la OEA contra los gobiernos progresistas de la región. En la OEA tiene ahora a Luis Almagro, un político comprometido con la derecha.
Almagro ha felicitado a Sebastián Piñera y apoya a Iván Duque, dos presidentes que encabezan gobiernos indolentes y represivos, y que han prestado enorme colaboración en la política de aislamiento contra Venezuela.
Los gobiernos recientemente instalados en El Salvador y en Guatemala, expulsaron de sus respectivos países a los diplomáticos venezolanos.
Con gobiernos de ese tipo cuenta el poder hegemónico para debilitar los mecanismos de integración. No es casual que Ecuador y Bolivia abandonaran el ALBA-TCP.
Es la línea que imponen los estrategas imperialistas.
Es preciso repudiar la publicitada acción del presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, quien tras una reunión con Luis Almagro anunció la ruptura de relaciones con Venezuela.
Danilo Medina y Miguel Vargas, ¿acaso están dispuestos a romper relaciones con Cuba y Venezuela? Por lo visto, están respondiendo al llamado a montar un espectáculo parecido al que protagonizaron Giammattei y su canciller, Pedro Brolo (este último fue funcionario de la OEA).
Obedecer al poder hegemónico cediendo al chantaje, además de condenable, es asqueroso…”.