Santo Domingo.- Johnson André, alias Izo, jefe de una banda armada que opera principalmente en el barrio en Village de Dieu, en la capital haitiana, Puerto Príncipe, se ríe en tono de burla de la Policía de ese país.
Village de Dieu está ubicado en una zona contigua al Cuartel General de la Policía Nacional de Haití (PNH), y bastante cercano al Palacio de la Presidencia.
Izo se trasladó un lugar de la comunidad de Saut-d’Eau (Sodo, en criollo haitiano), en Mirebalais, en el Departamento del Centro o Plato Central, donde se desmontó de una unidad de la PNH, con centella.
El bandido, con su gran arma en la mano, se baja del coche de Policía y baila, ríe y escucha rap, observó la plataforma de información #AmericaInfo7, cuya siglas es @AI7.
¡El país se convirtió en un cementerio! Delincuentes armados mataron a cinco personas en la comuna de Akayère, en la localidad de Ravin Toman, en la noche de anoche al abrir la mañana del viernes 29 de este mes. Entre los cadáveres se encuentra Benèt, hermana del vicedelegado del distrito de Achaë. Cada día muere gente en Meyère, Lizon, Bonrepo, Santo, Kanaan, Lafito, Akayère, pero el gobierno vacila. Nunca ha habido una decisión realmente dura que pudiera hacer respirar a la población bajo las garras de los vampiros y estas armas
El control de las bandas
La capital de Haití es controlada por las bandas armadas en un área estimada en el 80% del territorio de Puerto Príncipe, según las estimaciones de los grupos defensores de los derechos humanos.
En marzo de 2021 la Policía lanzó un operativo contra el poderío de los grupos armados en Martissant, un barrio ubicado en la capital a salida hacia la región Sur. Como resultado, los bandidos mataron a cinco agentes de la Policía y retuvieron sus cadáveres e incautaron un tanque de guerra que solo devolvieron a cambio de dinero.
En la zona colindante con la Embajada de Estados Unidos los vándalos asesinaron a decenas de personas, violaron sexualmente y con sucesivas detonaciones de armas sofisticadas sembraron el pánico que forzó a la sede diplomática a retener al personal dentro de sus instalaciones.
También, a varias decenas de familias les incendiaron sus viviendas, por lo que debieron abandonar sus hogares para ubicarse en calles, plazas públicas y proximidades de edificaciones oficiales.