Puerto Príncipe, Rezo Nòdwès.- Dominique Dupuy, ahora exministra de Asuntos Exteriores de Haití, sigue sorprendiendo revelándose impredecible y estratégicamente calculadora, demostrando brillantemente su capacidad para combinar delicadeza estratégica e inteligencia diplomática.
Su notable aparición el pasado sábado, durante la toma de posesión del nuevo gabinete, sorprendió a más de un observador, sobre todo porque los persistentes rumores sugerían que sería marginada durante una posible reorganización ministerial, debido a una supuesta afiliación con los líderes del régimen de Tèt Kale, en particular el exprimer ministro Laurent Lamothe.
En cambio, el “vuelo” de Garry Conille a Estados Unidos, el mismo día, tras una escala en las Islas Turcas y Caicos, ilustra una postura menos controlada.
Mientras que otros ceden a la presión, Dominique Dupuy se centra en la elegancia y la resiliencia. Compone con los códigos de una política teatral, transformando cada gesto en un acto cargado de significado y estrategia.
Combinando habilidad, encanto y oportunismo, madame Dupuy no sólo asistió a la ceremonia, sino que también participó en la toma de posesión de su sucesor en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Este planteamiento, lejos de ser trivial, refleja una inteligencia política que consolida su imagen pública. Ya sea retomando su puesto de embajadora ante la UNESCO o continuando una actividad dentro del gobierno de transición, su futuro sigue siendo un misterio.
En una exhibición sutil, amplificada por las redes sociales, Dupuy afirma su capacidad para navegar hábilmente en la turbulencia política preservando al mismo tiempo su influencia. Una cualidad poco común que contrasta fuertemente con la huida apresurada de Garry Conille, ausente de las ceremonias, quien, doce años antes, se presentó sin embargo como un ferviente servidor del Estado haitiano.
Si la política haitiana es un teatro, Dupuy domina sus códigos, haciendo que cada gesto esté lleno de significado y estrategia.
Este gesto es una lección de resiliencia y madurez política. Dominique Dupuy nos recuerda que en la turbulencia de la dinámica del poder, la inteligencia estratégica y la elegancia pueden prevalecer donde falla el resentimiento.
Una demostración de inteligencia política que pocos se atreven a imitar.
