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    Que la marcha no catapulte opciones políticas de extrema derecha al estilo Le Pen/Trump

    Por Eduardo Jorge Prats

    La protesta de los “nacionalistas” en Fruisa debe realizarse de modo pacífico y sin apelación a odios en respeto a -y dentro de los límites de- la libertad de reunión y el derecho a la protesta, contrario a la violencia reclamada y expresada por algunos termo cefálicos convocantes y simpatizantes y en oposición a la provocadora y ominosa -quizás hasta ilegal- parafernalia militar que ostentan los miembros de la ridícula Antigua Orden y que recuerda a la de la Guardia Universitaria de Trujillo.

    La seguridad pública deberá estar ampliamente garantizada para quienes marchan y para quienes a ella se oponen, evitando desórdenes y atentados contra la vida, la integridad y los bienes de dominicanos e inmigrantes, como ha prometido el gobierno dominicano.

    La gran bendición dominicana es que el racismo -que no los viejos y nuevos prejuicios- es exclusivo de las clases medias (alta y media) y en especial de la ridícula y minoritaria burbuja de su eco cámara digital.

    El pueblo -popular, valga la redundancia-, trabajador, multinacional, llano y noble de Friusa y del resto de República Dominicana, ni es racista ni xenófobo ni aporofóbico.

    Es paradójico que un país como República Dominicana, uno de cuyos principales productos de exportación es su mano de obra, se enorgullezca de maltratar a los inmigrantes haitianos.

    Ahora que los emigrantes dominicanos sufren en Estados Unidos la más perversa, ilegal e inhumana persecución, los dominicanos no deberíamos justificar con nuestras acciones el trato cruel e inhumano que reciben nuestros compatriotas en el exterior ni propiciar desmanes que afecten nuestra marca país como -singular en un mundo crecientemente autoritario- democracia constitucional y destino del turismo y la inversión extranjera.

    Esperemos, en Dios y la Virgen de la Altagracia que protege a toda nuestra isla Hispaniola y a los dos pueblos hermanos que la habitan, que este evento no catapulte opciones políticas de extrema derecha en el estilo Le Pen/Trump, como desean muchos descerebrados, selectivos y oportunistas patrioteros.

    Aunque muchos lo quieran negar, este país se ha construido en gran medida con la eficiente y dedicada mano de obra haitiana y solo es exclusiva responsabilidad de las autoridades dominicanas que exista el no sancionado y mafioso tráfico ilícito de personas en la frontera y que se mantenga una -conveniente para ciertos empresarios- reserva de mano de obra desprovista de derechos, que deprime el salario real de todos y que está expuesta a ilegales arrestos, deportación, maltrato, confiscación de bienes, extorsión y negación de sus derechos laborales, sin respeto del debido proceso legal y constitucional.

    ¡Nuestro pueblo dominicano es sabio, noble y bueno!

    ¡Dios, Patria y Libertad!

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