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    La tragedia de la discoteca Jet Set: Una herida abierta para República Dominicana

    Por Wilson Jean

    La madrugada del lunes pasado será recordada como uno de los momentos más oscuros en la historia reciente de la República Dominicana. La emblemática discoteca Jet Set, situada en la capital, colapsó de forma repentina, dejando tras de sí una estela de dolor, luto y preguntas sin respuesta. Más de 200 personas perdieron la vida en un hecho que ha sacudido la conciencia nacional, entre ellas figuras públicas queridas y respetadas como Ruby Pérez, ícono del merengue dominicano, cuya voz y presencia marcaron generaciones.

    Jet Set no era simplemente un lugar de entretenimiento; era una institución cultural, un símbolo del merengue, del arte y de la vida nocturna dominicana. Verlo reducido a escombros —y con él, tantas vidas perdidas— es un golpe brutal para el alma del país.

    Este suceso no solo nos duele por la cantidad de víctimas, sino por lo que representa. Murieron artistas, trabajadores, familias completas, jóvenes con sueños por cumplir, y personalidades que entregaron su vida al arte y la cultura. Ruby Pérez, en particular, no era solo un cantante; era parte del ADN musical de nuestro pueblo. Su partida, en medio del caos y la tragedia, ha dejado un vacío imposible de llenar.

    Pero este no puede ser solo un momento de lágrimas. Debe ser un punto de inflexión.

    Es urgente cuestionarnos:

    • ¿Cómo un establecimiento de tanta trayectoria y prestigio pudo operar con fallas estructurales tan graves?
    • ¿Qué instituciones fallaron en sus funciones de supervisión y mantenimiento de estándares de seguridad?
    • ¿Qué mecanismos de prevención realmente existen para evitar catástrofes como esta?

    La memoria de las víctimas exige justicia, pero también acción. No podemos permitir que esta tragedia se convierta simplemente en un titular más que se desvanece con el tiempo. Las autoridades deben realizar una investigación transparente, técnica y sin privilegios, caiga quien caiga. Y el país entero debe presionar para que los resultados no se queden en promesas vacías.

    Hoy, entre los escombros del Jet Set, yace una parte de nuestra historia. Pero también surge una oportunidad: la de revisar nuestra cultura de prevención, de revalorar la vida sobre el espectáculo, de poner la seguridad por encima de los beneficios económicos.

    A Ruby Pérez y a cada alma que partió en esa madrugada trágica, les debemos no solo el luto, sino el compromiso de que no vuelva a repetirse.

    Que descansen en paz. Que nos despierten la conciencia.

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