Por José Díaz Nin
Ya es tiempo de que el gobierno inicie un verdadero plan para enfrentar el grado de inseguridad en las calles de los pueblos y ciudades de República Dominicana.
Mis recomendaciones han sido insistentes y algunas se han tomado en cuenta; pero falta algo más.
Comencemos con las motocicletas desde donde se cometen la mayoría de los atracos. Las autoridades deben buscar, regular o establecer una disposición para evitar que más de una persona transite en una motocicleta.
No permitir que personas no propietarias conduzcan motocicletas u otorgar una placa por provincia o una especie de carta de ruta para ir de una ciudad a otra y así contar con registros, ubicación, o cualquier otra información sobre estos conductores.
Prohibir el tránsito de motocicletas o si no prohibir el tránsito de dos personas a bordo de estos vehículos después de las 8 PM y hasta las 6 AM.
Controlar la velocidad por las calles y exigir más respeto a la Ley de Transito y establecer duras sanciones a motociclistas que conduzcan con armas de fuego, o de otros tipos, sin la debida autorización.
La policía Nacional debe ser vigilante del cumplimiento de estas mediadas que de seguro van a incidir en la disminución de los actos delincuenciales en los pueblos y ciudades.
Cambiar una cultura delincuencial de una juventud que ha sido criada con la idea de conseguir dinero fácil, sin una familia orientadora, es como querer mover una montaña hacia a otro lugar.
La educación y las políticas públicas y privadas para educar y crear conciencia de esta problemática implican muchos recursos y mucho tiempo.
Mientras tanto, la población dominicana vive insegura, con el avance de una paranoia que está haciendo perder la paciencia a mucha gente.
Mientras se espera que esas políticas y la educación surtan sus efectos el gobierno debe incursionar en el asunto de una infraestructura social capaz de cambiar ese esquema.
Poner atención a estas recomendaciones y escuchar a la población en el sentido de mover las fichas, que sean necesarias, para frenar los efectos de este mal endémico.
No es posible que dos individuos, en una motocicleta, transiten calle arriba y calle abajo sin ninguna prohibición: Sin placas, sin luz, sin registro del INTRANT como fueran perros por sus casas.