Moscú, RT.- Las bebidas carbonatadas son refrescos que contienen dióxido de carbono disuelto, lo que les da su característica efervescencia o burbujeo. Son muy populares a nivel mundial, especialmente entre niños, adolescentes y jóvenes adultos. Se consumen ampliamente en reuniones sociales, comidas rápidas y como parte de la dieta diaria en muchos países
Sin embargo, diversos estudios científicos recientes han documentado los efectos negativos del consumo habitual de estas bebidas sobre el equilibrio microbiano en el organismo humano.


Bacterias bucales
Una investigación reciente reveló que el alto consumo de bebidas con un elevado contenido de azúcar puede alterar significativamente la microbiota salival. Esta alteración se manifiesta en una menor diversidad bacteriana y un aumento de microorganismos acidogénicos, lo que puede afectar tanto la salud bucal como la inmunidad local.
En el estudio, las personas con un consumo elevado de refrescos mostraron una mayor prevalencia de bacterias como ‘Streptococcus mutans’, asociadas con caries y procesos inflamatorios bucales.
Inflamación intestinal
A nivel intestinal, los efectos son aún más relevantes. Un estudio de 2025 analizó el impacto del consumo de bebidas azucaradas en la microbiota intestinal. Se observó una reducción de bacterias beneficiosas productoras de ácidos grasos de cadena corta, esenciales para la salud del colon, y un incremento de especies como ‘Clostridium bolteae’, vinculadas a trastornos metabólicos.
Otro estudio reveló que el consumo frecuente de bebidas carbonatadas azucaradas puede modificar el material genético de las bacterias intestinales claves del microbioma, como ‘Bacteroides thetaiotaomicron’, encargada de proteger el intestino contra inflamaciones y patógenos.
Al retirar el azúcar de la alimentación, las bacterias intestinales recuperaron su configuración genética original y los indicadores inmunológicos volvieron a sus niveles normales.
Diabetes
El consumo frecuente de bebidas azucaradas, como los refrescos y jugos industriales, también se ha asociado de manera consistente con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Investigaciones recientes indican que, por cada porción adicional diaria de estas bebidas, el riesgo puede aumentar hasta en un 25 %.
Además, se observó que reemplazar una porción diaria de estas bebidas por agua, café o té no endulzados artificialmente se ligaba a una reducción del riesgo entre un 2 % y un 10 %.
Si bien los expertos afirman que se requieren más estudios clínicos para establecer relaciones causales más precisas, los hallazgos actuales justifican una mayor atención a los efectos del consumo habitual de estos productos sobre la salud digestiva y general.