Santo Domingo (Reporte Extra).- Es evidente que el fenómeno de la violencia y la intolerancia está nuevamente en el centro de atención en nuestro país, especialmente con la Antigua Orden Dominicana (AOD).
Este grupo de apariencia paramilitar, que se autodenomina defensor de la soberanía nacional solo frente a la presencia haitiana, representa un peligro latente que debe ser vigilado muy de cerca para prevenir cualquier acto de violencia.
La reciente marcha en El Hoyo de Friusa, provincia La Altagracia, es un claro ejemplo de cómo las tensiones pueden escalar rápidamente.
Lo que comenzó como una manifestación de protesta derivó en un enfrentamiento violento que resultó en la detención de más de treinta personas.
Esta situación es alarmante y merece una investigación, especialmente en relación con el trágico asesinato de un ciudadano haitiano, que trabajaba como sereno en un residencial de la zona, a alrededor de dos horas después en que se realizaba la marcha.
Es preocupante que este hecho, el del asesinato del guardián, haya pasado casi desapercibido, lo que podría indicar un intento de silenciar la gravedad de la situación.
Recordamos con tristeza el accionar en épocas pasadas, como el Frente Democrático Reeleccionista Anti Comunista, conocido como la “Banda Colorá”, que sembró el terror en las calles dominicanas, hecho que ningún dominicano sensato quiere que se reedite.
Muchos ciudadanos fueron asesinados solo por el hecho de diferir del régimen de Joaquín Balaguer, lo que dejó una cicatriz en nuestra memoria colectiva.
Hoy, el temor resuena nuevamente ante la posibilidad de que la Antigua Orden Dominicana pueda actuar de manera similar contra migrantes haitianos, alimentando un ciclo de odio y violencia que podría tener consecuencias devastadoras.
Estamos seguros de que el caos sobrevendría si también ciudadanos haitianos respondieran con la misma violencia con que actúa la Antigua Orden Dominicana.
Esos ultranacionalistas tienen todo el derecho a profesar las ideas que estimen convenientes, pero siempre en orden y con respeto a los demás.
Es fundamental que las autoridades mantengan un control adecuado sobre la seguridad pública y eviten que un grupo de civiles se erija en juez y verdugo de otros ciudadanos.
El control migratorio
Las fuerzas del orden deben actuar con firmeza y responsabilidad para impedir que la violencia racista nos arrope.
La labor de establecer el control migratorio recae en las instituciones civiles y militares competentes, que deben aplicar el marco jurídico existente para gestionar la situación de forma justa y equitativa.
Aplaudimos la postura del presidente Luis Abinader, quien defiende el derecho a la protesta conforme a las leyes, siempre dentro del marco del respeto y el orden.
