Santo Domingo.- Según un estudio de la consultora Tsunami LATAM, en 2021, por primera vez en mucho tiempo, América Latina pasó de considerarse una región joven a una más longeva. Factores como el desarrollo científico-tecnológico, el crecimiento de población con mayores niveles de escolaridad y las condiciones económicas de cada país, están moldeando la pirámide demográfica, configurando nuevas dinámicas entre las generaciones más jóvenes, así como en los grupos de edad más avanzada.
Según un estudio del año 2021 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en Latinoamérica existen diferencias entre países en cuanto a la probabilidad que tienen las personas de la tercera edad de vivir en una situación de pobreza o de pobreza extrema.
Camilo Caro, gerente financiero de la Consultora RGC Activa, explica que en países con un sistema de pensiones más consolidado como Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay, las personas mayores de 64 años tienen una menor probabilidad de vivir en dichas situaciones que las personas de menor edad, mientras que en países como Honduras, las personas de la tercera edad tienen mayores niveles de pobreza que las personas entre los 40 y 64 años y muy similar al rango etario entre los 16 y 39 años de edad.
Es por esto que, pensar en bienestar involucra proyectar al futuro y a las posibilidades que se tendrán en la vejez. En la región, como explica Alfonso Mejía, economista de la Universidad de los Andes, “las personas mayores no tienen la jubilación asegurada, ya sea porque trabajaron en el sector informal o no lograron hacer los aportes por el tiempo mínimo establecido”.
Además de la informalidad y el desempleo, Mejía destaca que “solamente el 4.3% de los colombianos está jubilado, lo que es un síntoma de que la gente no ahorró o no hubo posibilidad de ahorro”.
La inestabilidad financiera de los adultos mayores se debe a que “no hay una base sólida de ingresos” entre los que se incluyen, además de los ahorros y la jubilación, ingresos que provengan de activos o de un empleo.
Prácticas financieras saludables para llegar a la vejez
Para poder tener una vejez tranquila y con estabilidad económica, basta con llevar unas simples prácticas financieras en el día a día, que se deben implementar desde la juventud. Mejía comenta que “por excelencia, la práctica financiera más saludable es gastar menos dinero de lo que se gana, para así poder ahorrar. Usualmente, la gente espera obtener ascensos o mayores ingresos, pero en lugar de esto se debe optar por la austeridad, viviendo un estilo de vida acorde a los ingresos que se tienen y evitando tomar deudas, ni abusar de ellas”.
Para esto, el control adecuado de los ingresos y gastos mensuales es fundamental, para lo cual es necesario realizar un presupuesto personal, idealmente desde que se inicia la vida en el mundo laboral. Caro explica que en este “se debe definir el porcentaje del ingreso a destinar para los diferentes gastos, diferenciando los básicos (tales como vivienda, alimentación, salud, servicios, y transportes), de aquellos que se pueden clasificar como diversión o esparcimiento”.
Esta división permite ver que hay ciertos gastos que no pueden cambiarse porque, además de satisfacer necesidades básicas, el dinero que se destina para cubrir este gasto “depende de la realidad económica del país en que se vive, especialmente de factores macroeconómicos como la inflación y la tasa de interés, por lo cual es poco lo que se puede hacer para modificarlo”.
En cambio, con el dinero del segundo grupo, sí se pueden hacer cambios y “tomar decisiones prudentes, buscando siempre destinar un porcentaje del ingreso al ahorro. Lo ideal es que el porcentaje que se destine a este rubro oscile idealmente entre un 5 y 10 %”, dice el gerente financiero.
Además del ahorro y la planeación financiera, otra práctica saludable es la inversión. Si bien, los ahorros son un paso enorme, por sí solos no son una decisión muy inteligente, sobre todo en países con monedas inestables y en constante devaluación. Sin embargo, se debe buscar que las inversiones sean rentables en el largo plazo.
En este sentido, Mejía resalta como buenas inversiones a las propiedades y la educación, pero advierte que “muchas personas no pueden hacer inversiones a futuro por falta de oportunidades económicas y sociales”.
Ante el interrogante sobre cómo hacer buenas inversiones a largo plazo, Caro aclara que “deben ser de un nivel aceptable de riesgo, para lo cual siempre es recomendable buscar el consejo de especialistas en finanzas personales que brinden asesoría sobre cómo diversificar las inversiones a realizar, sean estás en renta fija, renta variable, finca raíz, o activos alternativos entre otros”.
¡La salud financiera es importante!
La salud financiera se basa en tres pilares: que los ingresos puedan cubrir las necesidades básicas y de ocio, que haya capacidad de ahorro a invertir para generar rentabilidad y que ese ahorro pueda ser utilizado a largo plazo. En este sentido, Caro comenta que una buena salud financiera “ayuda a garantizar que la probabilidad de caer en pobreza o pobreza extrema en la tercera edad sea mínima”.
Mejía asegura que “la salud financiera es importante porque da estabilidad, asegura tener un mínimo vital, una vejez tranquila y calidad de vida. Las consecuencias de no tener prácticas financieras saludables se manifiestan en fenómenos como hijos manteniendo económicamente a sus padres mayores”.
Tener estabilidad económica y tranquilidad durante la tercera edad es posible solamente si se toman decisiones inteligentes a nivel financiero a lo largo de la juventud. Es por esto que implementar las prácticas sencillas sugeridas por los expertos son pasos fundamentales para garantizar un futuro financiero saludable.
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Tomado de Suramericana.com