Por Manuel Robles Sosa
Lima, 22 abr (Prensa Latina) La claridad de tenue matiz verde del Rímac, que desciende los Andes y surca la capital peruana hasta el mar, muestra hoy su resurrección, cual homenaje al Día de la Tierra, tras décadas de agonizar turbio, yermo y maloliente.
Lo que se había convertido en un vertedero oscuro y repulsivo, víctima de la contaminación, hoy luce sus aguas claras, que discurren límpidas por efecto colateral benéfico de la terrible pandemia del Coronavirus.
Bastaron dos semanas de inactividad económica por la cuarentena general decretada contra la letal enfermedad, para que vuelva a la vida el Río Hablador, como también lo llaman los limeños, por el golpeteo de su paso por el pedregoso lecho, que en algo se parece al eco de la charla del gentío.
Los abuelos limeños se emocionan al recordar que, siendo niños, se bañaban en los meandros del Rímac, a pocas cuadras del palacio de gobierno, antes que las empresas mineras, las curtiembres y otras industrias instaladas cerca del río, contaminaran sus aguas hasta hacerlas tóxicas.
Antes todavía, los limeños extraían camarones y pescaban truchas en el Rímac, algo que el río podría recuperar en un par de años, si continúa libre de contaminación, según el presidente de Sedapal, la empresa de agua potable de Lima, Francisco Dumler, y anota que en solo semanas de desintoxicación, a las orillas han vuelto varias especies de aves.
Muchos llaman milagro a la recuperación del río, pero una voz científica, la de María Huamaní, experta en calidad de recursos hídricos de la Autoridad Nacional del Agua, dice que solo se trata de que, al no recibir descargas nocivas, el curso de agua ha recobrado su capacidad natural de autodepuración.
Explicó que en 2019 un monitoreo de las aguas del Rímac verificó la presencia de coliformes por encima del nivel de tolerancia, así como contenidos constantes de arsénico y manganeso y esporádicos de plomo, cadmio y hierro.
Si el río siguiera recibiendo solo aguas residuales domésticas -a las que se atribuía toda la culpa de la contaminación- y no sufriera otras descargas, sus aguas continuarían limpias, autodepurándose, y sí, en poco tiempo la corriente traería de regreso a las truchas de las alturas andinas, afirma.
Y la resurrección del río Rímac se agrega como tributos a la tierra, la limpieza de las aguas del mar y el retorno en masa de las aves marinas así como el cielo más claro que alivia la bruma limeña; también consecuencia indirecta de la pandemia.
Para la periodista científica peruana Zoraida Portillo, ‘El coronavirus se ha convertido en el mejor aliado de la naturaleza y el peor enemigo del ser humano. Qué cruel ironía, porque durante años los seres humanos hemos sido el peor enemigo de la naturaleza’.