Por Fernando Buitrago
Un día conocí a Leoncio Almánzar de la mano de un gran amigo periodista.
Corrían años sombríos de una justicia secuestrada por el autoritarismo, la corrupción y la impunidad, el caso Oderbretch manchaba a todos, la vergüenza continental y los grupos mafiosos se ponían nerviosos.
Se formaba la Marcha Verde mientras inquisidores periodistas acusaban de corrupta a toda hoja que se movia, manchando vidas enteras y dignidades, para siempre.
Se desata la furia sobre un supuesto caso de corrupción en el barrio Los Tres Brazos, de Santo Domingo Este, arrastrando consigo a gente buena, a gente honesta, buscando que la opinion publica apartara su vista de los mafiosos reales que tenían sumida ña nacion en esquemas increíblemente bochornosos.
El caso de la supuesta corrupción de los Tres Brazos nunca existió pero hizo que el presidente Danilo Medina parara el proceso de titulación, Luis Abinader siguiera el camino por temor a ser manchado por el supuesto incrustado en la población y mientras todo esto ocurrió, gente decente tuvo que pasar bochornos y andar con un grillete en el tobillo.
¿Quién devuelve la dignidad, el tiempo perdido, las ofensas, las angustias, los desamores?
¿Quién da marcha atrás a los de Marcha Verde que se dejaron llevar por la multimedia inquisidora y siempre oportunista que arremetió contra los difamados funcionarios de Corde (la desaparecida Corporación Dominicana de Empresas Estatales) y otras instituciones que cumplían honestamente su rol, quién devuelve los años perdidos de aquellos títulos no entregados?
Han pasado años, siempre creí en la honestidad de quien se convirtió en un gran amigo, injuriado, y no me arrepiento de haberme enfrentado y haber defendido el honor de gente buena cuando todos les gritaban injustamente «ladrón».
Ojalá y exista algo de reparación y no se quede en disculpas vacías.
