Por José Escanio Brito
La sal es un condimento muy apreciado desde tiempos inmemoriales. Incluso, se llego a usar como medio de pago por jornadas de servicios prestados; de donde surge el concepto de salario que aún utilizamos como pago laboral al trabajador.
La humanidad, es posible que haya empezado a darle un buen uso a este condimento cuando se le imposibilitaba comer algunos alimentos como el huevo, por ejemplo, y tuvieron que acudir a un sabio de la época y preguntarle: “Salomón, ¿con qué se come el huevo?” A lo que el sabio Salomón les respondió: “Échale sal”.
Precisamente en la actualidad, nuestro país Republica Dominicana, está inmerso en una avalancha de propuestas aisladas sobre una posible Reforma Fiscal donde aún no se ha puesto sobre la mesa por parte del Gobierno, que debe ser el más interesado; los puntos esenciales de referencia para impulsar una Reforma Fiscal.
Todos los sectores nacionales e internacionales interesados en la evolución de la economía dominicana están a la espera de que un sabio como Salomón, se pronuncie y nos diga con qué se come esta Reforma Fiscal, qué se pretende introducir y dónde el Gobierno aún no ha hecho oficialmente una sola propuesta que ponga en claro cuál es la pendiente o hacia donde se dirige la impostergable Reforma Fiscal.
Las Reformas Fiscales en la mayoría de los casos están empujadas por un pronunciado y continuo déficit fiscal, dada las exigencias de una ampliación del gasto público en una economía en desarrollo, como lo es la dominicana y con apena un 15% de presión tributaria que dificulta al Estado realizar las inversiones que exige la sociedad.
Los déficits públicos tienen tres formas para ser cubiertos: Una es a través de préstamos, otra puede ser con enajenación de bienes y una tercera mediante la emisión de inorgánico. Cuál de las tres más preocupantes.
A todo esto, estamos completamente de acuerdo. No hay disidencias.
Ahora bien, una Reforma Fiscal conlleva no solo una Reforma Tributaria, que por demás sería un parche; sino más bien, para que una Reforma Fiscal sea duradera deben revisarse previamente tres aspectos esenciales como lo son las exenciones, las evasiones y sobre todo la racionalización del Gasto Público.
Con una evasión fiscal que se aproxima a unos 350 mil millones de pesos, que es casi el 3.7% del PIB y unas exenciones que solo sectores como el Turismo y Zona Franca superan los 60,000 millones; el gobierno dominicano, debe hacer un estudio exhaustivo y bien ponderado de esas fuentes de recursos, a fin de ver que parte de este Gasto Fiscal pueda revertirse en ingresos con los cuales se puede mejorar en más de un 40% los ingresos fiscales sin tener que afectar sectores económicos más vulnerables de la sociedad dominicana mediante la creación de más impuestos indirectos.
La salud de una economía depende de su estabilidad macroeconómica, la cual debe estar latente en el corto y largo plazo y esa estabilidad macroeconómica se hace fundamental manteniendo un déficit fiscal manejable que no sobre pase el 2.5% del PIB como lo sugieren organismos monetarios internacionales, así como también una sostenibilidad de la deuda pública que permita una estabilidad económica con un buen desempeño del ahorro, las inversiones y el empleo.
En la economía dominicana se proyecta para el presente año 2024 un déficit fiscal superior a los 235 mil millones de pesos y casi el 100% de dicho déficit está compuesto por pagos a la deuda pública lo cual es un indicador preocupante del nivel de endeudamiento.
De toda forma necesitamos de un gran sabio como Salomón que nos vuelva a repetir con qué se come el huevo.