Por Germán Reyes
Santo Domingo.- Sin que se deba recurrir a las “ciencias ocultas” se puede asegurar, sin temor a equivocaciones, que en España, Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Holanda, igual que en Cabeza de Toro, Batey Cinco o en la fronteriza comunidad de Ángel Féliz, a no pocos se les estarán “aguando” los ojos al enterarse que su emisora, Radio Enriquillo, La amiga del Sur, abandonó a Tamayo este miércoles, 21 de octubre y, con los de equipos empaquetados también se terminó de marchar aquella adoración al “Dios de camino”, que ve al Creador encarnado en el campesino sin tierra, en el propietario de “conuco”, la mujer del campo y la ciudad y, en fin, del desheredado de fortuna.
Cuando fue instalada la radioemisora, hacen 43 años, el Obispado de Barahona, que había sido creado unos meses antes, ahora se lleva la emisora después que atravesara por cualquier tipo de crisis luego que se marcharan sus forjadores, los sacerdotes y laicos de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (CICM) encabezados por su primer director, Humberto Vanderburke, a quien siguió Gerard Rogmans (el padre Gerardo).
A los radioescuchas les ha resultado difícil olvidar aquellos sociodramas que promovió José Ignacio López Vigil, un soñador, un fanático de unas ideas que le consumían hasta la más pequeña porción de los segundos de cada minuto, lo mismo que quienes le sucedieron en la gestión de la emisora, como Andrés Hertz. Asimismo, las lecciones del programa para niños y jóvenes “Los chimbilines”, que producía la profesora Aleyda Montero (Arelis Magdalena Montero Arias), las “Serenatas bajo las estrellas”, de José Reyes, aquel locutor de voz seductora que llegaba cada noche a partir de las 8:00.
La bandera de la solidaridad
Radio Enriquillo, con su lema La amiga del Sur, llegó a ser “el mejor amigo” de todos y cada uno de los habitantes de las más apartadas comunidades, cuyos mensajes llegaban a los oídos de todos, “desde los arrecifes de la costa, hasta la profundidad de las quebradas” luego de atravesar “las altas cumbres del Bahoruco” con “aquel mensaje, recio como el corazón del guayacán, libre como el vuelo de los pájaros”.
Fue un organizador, orientador y educador que, en un esfuerzo combinado con el Centro de Promoción de Catequesis que desde Cabral, dirigido por el padre Gerardo, se dirigía tal cual faro de luz hacia la organización de pequeños productores agrícolas, campesinos sin tierra, mujeres trabajadoras, jóvenes y representantes de otros sectores a los cuales apoyó en la integración en grupos de base, los cuales se coordinaban para establecer las “juntas” o “intercomunales” que operaban por zonas como federaciones.
El doctor José Serulle Ramia dirigió un estudio promovido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que concluyó que la entonces subregión Enriquillo se erigía en la más organizada de toda la nación.
Ese proceso permitió a los campesinos de varias comunidades administrar miles de tareas de bosque seco de la Sierra de Neiba y otras áreas, principalmente de las provincias Azua y Bahoruco. De esa manera se produce todavía un manejo del bosque que incluye su reposición y explotación para la venta de madera, carbón y otros productos. En consecuencia, esa labor proporciona desde entonces los medios para el sustento de cientos de familias.
Esa labor organizada permitió la conquista de grandes extensiones de terreno que luego fueron incorporadas a la producción agrícola. El trabajo en principio fue realizado en “convites” para el corte de árboles, la limpieza y construcción de canales de riego. Asimismo, se estimulaba la construcción de escuelas, de grupos juveniles, de amas de casa y de otros sectores. Cabeza de Toro, en la cima de la Sierra de Neiba en la frontera con San Juan de la Maguana, llegó a tener toda su comunidad integrada en estructuras organizadas luego que allí se instalara el entonces diácono Pierre Riquoi (Pedro Ricuá).
La vida de cada comunidad de la región Enriquillo, una de las de más deteriorado nivel de vida de la nación, fue impactada por las orientaciones que hacia todos los sectores eran dirigidas las ondas hertzianas de Radio Enriquillo.
¿Un director laico?
La CICM debió dedicarse a fondo para decidir sobre la posibilidad de que una persona laica dirija Radio Enriquillo, visto el ingente y abnegado esfuerzo de Luis Rafael (Lito) Santana, quien adquiriera un nivel de desarrollo que sintetizaba las expectativas de la línea de la institución como quien mejor pudo hacerlo. El tipo de “democracia” que aplica la Iglesia Católica desde arriba hasta abajo lo impidió.
Lito Santana fue director de los departamentos de Prensa, Programación y Capacitación en distintos momentos.
Por la radioemisora también pasaron profesionales que luego se destacaron al más alto nivel, tanto en la región como en la exigente ciudad capital. Tales los casos en la locución de Manuel de Jesús Ferreras, Manuel Méndez, Tomás Aquino Méndez, el ya citado José Reyes y otros.
Laboraron en la radioemisora, también, Mildress Santa Reyes, quien continúa hasta hoy en día; Carlos Santana, Rafael Pineda, Guillermo Cuevas Medina, Faustino Reyes Díaz, Ramón Sena, Obispo Figuereo, José Jiménez, Claudia Fabián, Walter Tomás Pérez, Fermín Cuevas, José Cornielle, Ramón Urbáez, Juan Tomás Olivero, Vianelo Perdomo, Alcibíades Moreta, Bernardo Matos, Nilcio López y los sacerdotes Ramón Caluza, Pablo Shildermans y el congolés Patricio Muamba Muamba.
Jugaron roles estelares, asimismo, Ada Santana, Carlos Naveo, Felicia Fermín, Benny Rodriguez, Luis Darío Peña, Juan Andújar y Lalito González, Juan Sánchez y Jorge Luis Sención, así como los corresponsales Frank Pineda, Rafael Feliz, Rafael Pérez Féliz, Douglas Ferreras, Ofelia Féliz González, Aurelio Ferreras Medina, Buenaventura Jiménez, un entonces jovencito localizado por Riquoi en Mena Abajo llamado Santos Salvador Cuevas, y Melvin Gómez.
Ya en la última etapa, a la sazón dirigida por el sacerdote Ramón Pérez, Radio Enriquillo, aunque recibía algunas llamadas telefónicas, había abandonado totalmente el trabajo de campo, en las comunidades, para concentrarse en una religiosidad más distante, dirigida a la idolatría del “Dios del trono”, aquel que posa en estatuas e imágenes.
Con los haitianos y dominicohaitianos
Radio Enriquillo tuvo una influencia tan amplia que, incluso, impactó en los trabajadores agrícolas dominicanos, haitianos y dominicohaitianos relacionados con las plantaciones cañeras del ingenio Barahona.
El ya sacerdote padre Pedro Riquoi, ese contexto, a la vez que director de la radioemisoras se constituyó en reportero para medios nacionales desde los cuales denunciaba los acuciantes problemas laborales y de las relaciones domínicohaitianas. Así, Riquoi fundó el Centro Puente, una organización no gubernamental que trabajaba a la vez en República Dominicana y Haití. De esa forma, el sacerdote seguía los problemas de derechos humanos en toda la isla a los fines de denunciarlos.
Un caso de pocos precedentes en una República Dominicana sucedió con la instalación de un programa en lengua kréyol. Se trató de un acontecimiento del que se abrazaron los ultranacionalistas y xenófobos para acosar de tal manera al padre Riquoi que le llevaron a abandonar el país después de otros acontecimientos.
La apertura del noticiario
El inicio de cada edición del noticiario se realizaba con una melodiosa voz, grave, que llegó a ser tarareado por no pocos radioescuchas. A continuación su texto.
«Desde las altas cumbres de Bahoruco, como voz de alerta para los compañeros dispersos, sonaba la caracola marina de Enriquillo»: El indio rebelde.
Y aquel mensaje, recio como el corazón del guayacán, libre como el vuelo de los pájaros, llegaba a los oídos de todos, desde los arrecifes de la costa, hasta la profundidad de las quebradas.
Y todos, los de cerca y los lejos, sabían de la guerra o de la paz, conocían el secreto peligro, la dura verdad o la esperanza.
Y la voz antigua del indio resuena de nuevo: Enriquillo Informa”.