Santo Domingo.- Santiago Riverón, tenido como el terror de los haitianos, llegó a un bar donde habían haitianos y haitianas. Escopeta en manos y al frente de un equipo de hombres armados, desbarató la fiesta.
Pateó sillas y mesas. Se escuchó un disparo. El funcionario se colocó en la puerta y ordenó, de manera imponente y determinante, que todos los participantes salieran del salón.
No faltaron sus críticas a la Dirección de Migración y al Ejército. «Dónde están la gente de Migración.. y del Ejército, que los llamé hace rato?», vociferó Riverón.






