Por Orlando Oramas León
La Habana (Prensa Latina) El mundo en el cual vivimos presenta grietas, dolencias y fallas que la Covid-19 ha puesto al descubierto, sobre todo cuando la epidemia hizo hasta ahora sus mayores estragos en varios de los países que representan el poder económico mundial; ello extiende su influencia al resto del planeta.
La Habana (Prensa Latina) El mundo en el cual vivimos presenta grietas, dolencias y fallas que la Covid-19 ha puesto al descubierto, sobre todo cuando la epidemia hizo hasta ahora sus mayores estragos en varios de los países que representan el poder económico mundial; ello extiende su influencia al resto del planeta.
No hay que olvidar que el nuevo coronavirus se desató en China, potencia nuclear y que discute a Estados Unidos la preponderancia económica y también militar.
Los chinos consiguieron atajar la epidemia provocada por el nuevo coronavirus, que se extendió cual plaga implacable al oeste, con Europa epicentro posterior de la pandemia.
A más de cuatro meses de los primeros contagios, hoy es Estados Unidos el epicentro global de la pandemia, seguido al menos en el continente americano por Brasil, Perú y Chile.
El liderazgo mundial de EE.UU. se cuestiona hoy por su respuesta a la enfermedad, cuando hay cinco estados que reportan números récords de contagios y 33 suman más reportes diarios que el promedio hasta ahora.
La pandemia ha cobrado miles de vidas y millones de enfermos. No distingue entre ricos y pobres, aunque estos últimos engrosan la mayor parte de los decesos.
En este contexto, el secretario general de la ONU, António Guterres, presentó un plan de acción con las medidas adoptadas por el organismo multilateral frente a la Covid-19 y las proyecciones para luchar contra la pandemia.
La iniciativa establece un programa de políticas orientadas al futuro con el fin de ayudar a los países a recuperarse mejor de la pandemia, y atender las necesidades de los más vulnerables.
No podemos volver a recrear los sistemas que agravaron esta crisis, subrayó Guterres. Urge reconstruir mejor con sociedades y economías más sostenibles, inclusivas y con igualdad de género, apuntó.
Según dijo el portugués que nos representa a todos, este es el momento de invertir en fuentes de energía que no contaminen ni causen emisiones, pero generen empleos decentes y ahorren dinero.
El plan contempla una estrategia basada en tres pilares, comenzando con una respuesta sanitaria coordinada e integral, guiada por la Organización Mundial de la Salud.
También incluye elementos para abordar los devastadores aspectos socioeconómicos, humanitarios y de derechos humanos de la crisis generada por la enfermedad, y crear las condiciones adecuadas para el proceso de recuperación.
Un virus microscópico trajo consecuencias catastróficas a nuestro mundo, la pandemia puso al descubierto graves y sistémicas desigualdades, destacó el titular de ONU.
Mucha gente está perdiendo cada vez más la confianza en los establecimientos e instituciones políticas y ahora más que nunca, los líderes deben ser humildes y reconocer la importancia vital de la unidad y la solidaridad, exhortó.
La familia de Naciones Unidas se moviliza ahora para salvar vidas, controlar la transmisión del virus, aliviar sus consecuencias económicas, y apoyar la labor para acelerar la investigación y el desarrollo de una vacuna accesible para todos, detalló.
Frente a los desafíos, Guterres resaltó la importancia del multilateralismo y la necesidad de seguir los principios de la Carta de Naciones Unidas.
La ONU está firmemente comprometida a liderar la renovación luego de la pandemia, pero es difícil lograr una transformación de los mecanismos de gobernanza mundial sin la participación activa de las potencias mundiales, cuyas relaciones actuales son muy disfuncionales, aseveró.
El secretario general de la ONU expresó su intención de discutir sobre estos asuntos con los líderes mundiales en septiembre próximo, en cualquier formato que sea necesario adoptar durante el debate de alto nivel de la Asamblea General.
De antemano sugirió: debemos reunirnos para reimaginar y reinventar el mundo que compartimos.
Pero le faltan compañeros de viaje a Guterres y a la comunidad internacional en su empeño de reinventar el mundo en que vivimos luego de la epidemia.
Estados Unidos desconoce el multilateralismo y no será compañero de viaje de la ONU en este loable propósito.
Basta recordar que Washington así lo hizo con la Organización Mundial de la Salud en medio de la pandemia, con lo que el organismo internacional carecerá de al menos 900 millones de dólares para atender la crisis sanitaria en los países más pobres, en particular de África.
Otra realidad: la Casa Blanca, en tiempos de Covid-19, refuerza su arrogado papel de juez y castigador al imponer sanciones unilaterales a varios países que coinciden en moverse fuera de la órbita hegemónica de la administración de Donald Trump.
Una de esas naciones es Cuba, que hoy tiene bajo control al contagio del nuevo coronavirus mientras la potencia norteña que le aplica un férreo bloqueo en todas las actividades humanas, exhibe récord de casos positivos.
Más aún, Washington incluyó a los expertos cubanos que hoy salvan vidas en más de 60 países del planeta como esclavos y sujetos a la trata de personas. Así reza en la lista unilateral que sobre el asunto emite cada año el Departamento de Estado de la nación norteña.
Según el gobierno cubano, resulta una falacia para reforzar el bloqueo. Sobre todo cuando ambos países comparten acciones de cooperación contra la pandemia en varias naciones.
Y más cuando la de la mayor de las Antillas es reclamada y recibida por gobiernos aliados tradicionales de Washington. Léase Francia, Reino Unido, Italia y Andorra, donde expertos sanitarios de Cuba ayudan a combatir la Covid-19.
Simplificando las cosas, el gobierno estadounidense resulta errático frente a la pandemia, mientras la pequeña isla caribeña muestra resultados y presta colaboración a decenas de países, aun en condiciones de bloqueo.
Ello ocurre cuando la Carta de Naciones Unidas, que rige los principios de las relaciones internacionales, cumplió el 26 de junio los 75 años de ser suscrita.
Ello mereció una carta del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, al secretario general de la ONU, en la que ratifica el apoyo de la mayor de las Antillas a los principios de la carta magna que rige a nivel mundial. A 75 años de que los Estados miembros de esta Organización suscribimos la Carta de las Naciones Unidas, el estricto apego a sus propósitos y principios, al Derecho Internacional y a la preservación del multilateralismo cobran más relevancia que nunca, escribió el mandatario cubano.
En su misiva Díaz-Canel aludió a las múltiples crisis que enfrenta el mundo como consecuencia de la pandemia de la Covid-19, ‘cuyos demoledores efectos, visibles en todas las esferas de la sociedad, avizoran ser perdurables y se suman a los desafíos globales pendientes’.
El escenario internacional es cada vez más complejo. Proliferan los conflictos y la carrera armamentista, apuntó.
Refirió la intensificación de las guerras no convencionales con fines de dominación, los actos de agresión, las medidas coercitivas unilaterales, la manipulación y politización de los derechos humanos y el irrespeto a la libre determinación de los pueblos.
Se ataca -añadió- el multilateralismo, se desconocen acuerdos internacionales y se descalifica el papel de organizaciones como la ONU y la Organización Mundial de la Salud, remarcó el gobernante.
El jefe de Estado cubano argumentó que el injusto orden económico internacional vigente profundiza la desigualdad y el subdesarrollo, e incrementa la pobreza, el hambre, la marginación y la falta de acceso a servicios esenciales para la vida, como los de salud.
El momento y el sentido común imponen a la comunidad internacional dejar de lado las diferencias políticas y buscar soluciones mancomunadas a los problemas globales, mediante la cooperación internacional, sostuvo.
A simple vista, y entre líneas, es comprobable la sintonía entre el plan de acción de la ONU, la postura de su secretario general, y de Cuba, expresada en la carta del presidente de la isla.
Cuba y la ONU coinciden en la necesidad de estrenar un nuevo mundo tras vencer la Covid-19, en el que deben prevalecer la solidaridad, el multilateralismo, el respeto a la diversidad, la defensa del medio ambiente y otros principios de la Carta de Naciones Unidas, que no se pone vieja, salvo inoperante por el irrespeto de quien debe ser su mayor cumplidor, Estados Unidos de América.
Los chinos consiguieron atajar la epidemia provocada por el nuevo coronavirus, que se extendió cual plaga implacable al oeste, con Europa epicentro posterior de la pandemia.
A más de cuatro meses de los primeros contagios, hoy es Estados Unidos el epicentro global de la pandemia, seguido al menos en el continente americano por Brasil, Perú y Chile.
El liderazgo mundial de EE.UU. se cuestiona hoy por su respuesta a la enfermedad, cuando hay cinco estados que reportan números récords de contagios y 33 suman más reportes diarios que el promedio hasta ahora.
La pandemia ha cobrado miles de vidas y millones de enfermos. No distingue entre ricos y pobres, aunque estos últimos engrosan la mayor parte de los decesos.
En este contexto, el secretario general de la ONU, António Guterres, presentó un plan de acción con las medidas adoptadas por el organismo multilateral frente a la Covid-19 y las proyecciones para luchar contra la pandemia.
La iniciativa establece un programa de políticas orientadas al futuro con el fin de ayudar a los países a recuperarse mejor de la pandemia, y atender las necesidades de los más vulnerables.
No podemos volver a recrear los sistemas que agravaron esta crisis, subrayó Guterres. Urge reconstruir mejor con sociedades y economías más sostenibles, inclusivas y con igualdad de género, apuntó.
Según dijo el portugués que nos representa a todos, este es el momento de invertir en fuentes de energía que no contaminen ni causen emisiones, pero generen empleos decentes y ahorren dinero.
El plan contempla una estrategia basada en tres pilares, comenzando con una respuesta sanitaria coordinada e integral, guiada por la Organización Mundial de la Salud.
También incluye elementos para abordar los devastadores aspectos socioeconómicos, humanitarios y de derechos humanos de la crisis generada por la enfermedad, y crear las condiciones adecuadas para el proceso de recuperación.
Un virus microscópico trajo consecuencias catastróficas a nuestro mundo, la pandemia puso al descubierto graves y sistémicas desigualdades, destacó el titular de ONU.
Mucha gente está perdiendo cada vez más la confianza en los establecimientos e instituciones políticas y ahora más que nunca, los líderes deben ser humildes y reconocer la importancia vital de la unidad y la solidaridad, exhortó.
La familia de Naciones Unidas se moviliza ahora para salvar vidas, controlar la transmisión del virus, aliviar sus consecuencias económicas, y apoyar la labor para acelerar la investigación y el desarrollo de una vacuna accesible para todos, detalló.
Frente a los desafíos, Guterres resaltó la importancia del multilateralismo y la necesidad de seguir los principios de la Carta de Naciones Unidas.
La ONU está firmemente comprometida a liderar la renovación luego de la pandemia, pero es difícil lograr una transformación de los mecanismos de gobernanza mundial sin la participación activa de las potencias mundiales, cuyas relaciones actuales son muy disfuncionales, aseveró.
El secretario general de la ONU expresó su intención de discutir sobre estos asuntos con los líderes mundiales en septiembre próximo, en cualquier formato que sea necesario adoptar durante el debate de alto nivel de la Asamblea General.
De antemano sugirió: debemos reunirnos para reimaginar y reinventar el mundo que compartimos.
Pero le faltan compañeros de viaje a Guterres y a la comunidad internacional en su empeño de reinventar el mundo en que vivimos luego de la epidemia.
Estados Unidos desconoce el multilateralismo y no será compañero de viaje de la ONU en este loable propósito.
Basta recordar que Washington así lo hizo con la Organización Mundial de la Salud en medio de la pandemia, con lo que el organismo internacional carecerá de al menos 900 millones de dólares para atender la crisis sanitaria en los países más pobres, en particular de África.
Otra realidad: la Casa Blanca, en tiempos de Covid-19, refuerza su arrogado papel de juez y castigador al imponer sanciones unilaterales a varios países que coinciden en moverse fuera de la órbita hegemónica de la administración de Donald Trump.
Una de esas naciones es Cuba, que hoy tiene bajo control al contagio del nuevo coronavirus mientras la potencia norteña que le aplica un férreo bloqueo en todas las actividades humanas, exhibe récord de casos positivos.
Más aún, Washington incluyó a los expertos cubanos que hoy salvan vidas en más de 60 países del planeta como esclavos y sujetos a la trata de personas. Así reza en la lista unilateral que sobre el asunto emite cada año el Departamento de Estado de la nación norteña.
Según el gobierno cubano, resulta una falacia para reforzar el bloqueo. Sobre todo cuando ambos países comparten acciones de cooperación contra la pandemia en varias naciones.
Y más cuando la de la mayor de las Antillas es reclamada y recibida por gobiernos aliados tradicionales de Washington. Léase Francia, Reino Unido, Italia y Andorra, donde expertos sanitarios de Cuba ayudan a combatir la Covid-19.
Simplificando las cosas, el gobierno estadounidense resulta errático frente a la pandemia, mientras la pequeña isla caribeña muestra resultados y presta colaboración a decenas de países, aun en condiciones de bloqueo.
Ello ocurre cuando la Carta de Naciones Unidas, que rige los principios de las relaciones internacionales, cumplió el 26 de junio los 75 años de ser suscrita.
Ello mereció una carta del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, al secretario general de la ONU, en la que ratifica el apoyo de la mayor de las Antillas a los principios de la carta magna que rige a nivel mundial. A 75 años de que los Estados miembros de esta Organización suscribimos la Carta de las Naciones Unidas, el estricto apego a sus propósitos y principios, al Derecho Internacional y a la preservación del multilateralismo cobran más relevancia que nunca, escribió el mandatario cubano.
En su misiva Díaz-Canel aludió a las múltiples crisis que enfrenta el mundo como consecuencia de la pandemia de la Covid-19, ‘cuyos demoledores efectos, visibles en todas las esferas de la sociedad, avizoran ser perdurables y se suman a los desafíos globales pendientes’.
El escenario internacional es cada vez más complejo. Proliferan los conflictos y la carrera armamentista, apuntó.
Refirió la intensificación de las guerras no convencionales con fines de dominación, los actos de agresión, las medidas coercitivas unilaterales, la manipulación y politización de los derechos humanos y el irrespeto a la libre determinación de los pueblos.
Se ataca -añadió- el multilateralismo, se desconocen acuerdos internacionales y se descalifica el papel de organizaciones como la ONU y la Organización Mundial de la Salud, remarcó el gobernante.
El jefe de Estado cubano argumentó que el injusto orden económico internacional vigente profundiza la desigualdad y el subdesarrollo, e incrementa la pobreza, el hambre, la marginación y la falta de acceso a servicios esenciales para la vida, como los de salud.
El momento y el sentido común imponen a la comunidad internacional dejar de lado las diferencias políticas y buscar soluciones mancomunadas a los problemas globales, mediante la cooperación internacional, sostuvo.
A simple vista, y entre líneas, es comprobable la sintonía entre el plan de acción de la ONU, la postura de su secretario general, y de Cuba, expresada en la carta del presidente de la isla.
Cuba y la ONU coinciden en la necesidad de estrenar un nuevo mundo tras vencer la Covid-19, en el que deben prevalecer la solidaridad, el multilateralismo, el respeto a la diversidad, la defensa del medio ambiente y otros principios de la Carta de Naciones Unidas, que no se pone vieja, salvo inoperante por el irrespeto de quien debe ser su mayor cumplidor, Estados Unidos de América.