Por Miguel Ángel Cid Cid
En el mundo gaucho la zafra empieza por el ingenio Horcón, en el Cibao por “Cultura y Municipio”. Este tiempo decembrino marca el final de una zafra de diez años y propicia el inicio de la otra.
Se dijo antes, este articulo trata sobre los diez años de la columna de opinión: Cultura y Municipio. Solo por dejar una reseña. O sea —si les parece— pueden saltarse esta lectura, sacar mejor provecho del tiempo.
La columna asumió la tarea de llamar la atención a amigos y conocidos, lleva dos lustros —desde el 2014— haciendo lo mismo. Quiere decir que, todos los sábados los lectores son despertados muy de mañana para instarlos a leer el artículo recién publicado. Nunca ha sido parte del plan esperar a que lo busquen en la plataforma digital.
Cultura y Municipio, desde sus inicios encontró aliento en los lectores que persiguen siempre el éxito de sus amigos. Nunca falta una valoración por el trabajo realizado, tampoco una crítica responsable. Los detractores tienen ganado su protagonismo, sin ellos sería imposible avanzar.
Son muchos los amigos que —sin ser consultados— se acercan a ofrecer soluciones infalibles. Luego dicen:
— Mira Miguel, talento tú tienes de sobra, pero no te creas que eres escritor. Para ser escritor debes dejar atrás esos artículos de corte anecdótico, debes trabajar ensayos sobre literatura.
Otros, en cambio, ven en las anécdotas una fuente para resaltar la cultura cotidiana. Recordar lo que la gente hacia antes y lo que hace ahora. Hacer una comparación que explique las razones por las que se produjeron los cambios.
Lo que sí puedo asegurar es que cada comentario sobre los artículos publicados en “Cultura y Municipio” es una fuente para mejorar los trabajos sucesivos. Que asume con respeto irrestricto el esfuerzo ajeno. Que cada entrega contiene los criterios propios de quien suscribe.
En “Cultura y Municipio” intento —con humildad y responsabilidad— construir una tribuna para expresar mi parecer sobre la realidad. Pero, no se trata de decir por decir, por alimentar el ego de ser reconocido. Ser escritor no tiene sentido sin una dosis alta de respeto a la condición humana. Una dosis de respeto a la verdad.
Se trata, por derivación, de la necesidad de pregonar la verdad propia igual la ajena. La verdad construida sobre la herencia acumulada del género humano.
La verdad, sobre todo, de los excluidos de la sociedad. La verdad de aquellos que el sistema político, económico y social les niega el derecho a una tribuna. Porque todo ser humano tiene derecho a expresar su verdad.
La pretensión se basa en la práctica descrita arriba. Y en ese andar hay quienes me invalidan como prosista. Pero están los otros, los que creen que soy un escritor creativo. Amén. No me queda más que respetar su opinión. Mal haría haciendo lo contrario.
En suma, la aspiración de “Cultura y Municipio” consiste en construir una opinión coherente con los hechos ocurridos. Trata de ver la realidad al través del cristal de unos espejuelos envejecidos para corregir la miopía del autor.
Esta zafra de diez años ha concluido con un balance positivo. El primer año de la nueva siembra es el 2025, uno tras el otro iremos recogiendo la cosecha del decenio que inicia. Cosecha que será aprovechada tanto por el autor como el lector.