Puerto Príncipe, Rezo Nòdwès.- La Conferencia Episcopal de Haití (CEH) lanzó un vibrante mensaje sobre la situación cada vez más precaria que vive el país al denunciar el aumento de la violencia, la paralización de las instituciones y el sufrimiento de la población, los obispos piden medidas urgentes para restablecer la paz y devolver la esperanza a un pueblo en apuros.
Haití vive un período de intensas tensiones. La capital es escenario de una escalada de violencia armada, con barrios enteros bajo el control de grupos armados. Las instituciones públicas están fracasando, las escuelas están cerradas e incluso infraestructuras estratégicas como el aeropuerto Toussaint Louverture están paralizadas.
Ante esta situación de desolación, los obispos describen un panorama sombrío: “Pa gen lavi tout bon vre nan peyi a” (no hay vida real en el país), subraya su nota.
Desafiando directamente a los líderes políticos y a los actores de la sociedad civil, los obispos les piden que asuman sus deberes hacia el pueblo. Insisten en la urgencia de restablecer la autoridad del Estado y proteger a los ciudadanos, recordando que la misión fundamental de cualquier gobierno es servir al bien común. Esta posición incluye también una condena de la violencia en todas sus formas, afirmando que es incompatible con la búsqueda de una paz duradera.
Así, para los miembros de la CEH, la crisis actual va más allá de las divisiones políticas y sociales. Invitan a todos los haitianos, ya sean líderes, activistas o ciudadanos comunes, a favorecer la unidad nacional en lugar de los intereses individuales. “Avni pèp la an danje. Fòk gen kichòy ki fèt” (El futuro del pueblo está en peligro. Debemos actuar), advierten, al tiempo que insisten en la necesidad de eliminar los sentimientos de odio, venganza y violencia.
La CEH no sólo denuncia: también ofrece un camino basado en la solidaridad y la fe cristiana. Los obispos alientan a los fieles a perseverar en la oración y a trabajar juntos para construir un futuro basado en la justicia y la dignidad humana. Recuerdan que la paz, como “kado Bondye” (regalo de Dios), requiere esfuerzos concertados de todos aquellos que trabajan por el bien de la sociedad.
Homenaje a las víctimas y apoyo espiritual
En su mensaje, los obispos envían un pensamiento especial a las familias afligidas, a los desplazados y a todos aquellos que sufren las consecuencias de esta crisis. “Se pou kenbe Lesperans nou fèm nan Bondye” (mantengamos firmemente nuestra esperanza en Dios), escriben, pidiendo oración y solidaridad como armas ante la adversidad.
Al asumir este compromiso público, la Conferencia Episcopal de Haití reafirma su papel profético en la sociedad. Su enfoque nos recuerda que la búsqueda de soluciones viables requiere tanto sacrificio como un compromiso sincero con el respeto a la vida y la dignidad humana.
Finalmente, la CEH insta a todos los actores nacionales e internacionales a no permanecer pasivos ante la tragedia haitiana.
Este mensaje, firmado por personalidades como monseñor Max Leroys Mésidor y el cardenal Chbly Langlois, resuena como un grito de alarma: sin un comienzo colectivo, el futuro de Haití está en peligro.
«Que Dios proteja al Haití que todos amamos» (Que Dieu protége Haïti, notre chere patrie).
Con este llamamiento a la movilización, los obispos recuerdan que sólo un esfuerzo común, guiado por la fe y la solidaridad, puede salvar a la nación de esta crisis sin precedentes.