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    Las fronteras no son el problema

    Por Manuel de Jesús Báez

    Espejitos coloniales.

    Hacerles Muecas

    -boca ancha-

    -Nariz torcida

    -lengua afuera

    – ojos pelaos-

    machete al ristre-

    -rémington limpiando-

    -cerrar frontera-

    -alzar el Muro
    -soldado alerta

    -en pie de guerra-

    Siglo y medio viviendo el circo.

    El payaso escondido

    Pueblo divertido

    Reírse en versos.

    Gemir en siglos

    Sembrar peligros.

    Decenas de videos aterrorizadores. Describirlos es un riesgo. Mejor ni decirlo. Lo cierto es que recogen todos los hechos sangrientos y les colocan un idioma y unos negros, preferiblemente en idioma creole. Aterrorizar, su meta. Creerlo-difundirlo, su objetivo-estrategia. Un pueblo ingenuo-desinformado, fácilmente manipulable.

    Olvidar milagros tecnológicos. Internet mágico. Laboratorios fabricantes de mentiras. Fabuladores sempiternos. Engendro del odio y el rencor. Torturan a una nación que no tiene la mínima idea de que la calumnia universal esta abrazada a una ideología perversa y una tecnología capaz de preñar el mundo en diez segundos.

    El magnicidio difundido en un segundo. En todos los idiomas se conoció la noticia. El gendarme se limpió las manos. Mercenarios al servicio. Como siempre nuestras fronteras los vieron pasar. Ya las dudas nos abruman. Guy Filihp, también lo sabe. La frontera es una línea en el papel.

    Tapar lo que está mal. El miedo y el orgullo nacional nos entorpece. En nuestro nombre pedir la intervención de fuerzas extranjeras. El 24 y 65 no parecen ser nuestras epopeyas frente al gringo. Llamar al verdugo y al castigador. Cosa rara de este siglo. Haití no lo desea. No ha olvida la bota sobre su espalda, ni los golpes, ni las dictaduras. Vender a un pueblo ajeno alegando la inseguridad que los arropa, es olvidar su propia historia y realidad.

    Como llamar fuerzas extranjeras. Pedirle orden al desorden. Olvidando su propia realidad. No es que nos parece. No es que lo neguemos. Hoy nos entrenan y asesoran. Los mismos que cruzaron las fronteras. Si esos que vienen a ser sicarios en una dominicana agredida, vendida y ocupada. Esos que van a tierra ajena a matar niños inocentes, ancianos desvalidos, a violar, embarazar y   prostituir niñas y niños adolescentes.

    Llamar a agredir un pueblo ajeno. A esos que sembraron el mundo de drogas, viciaron y dañaron a la juventud de los pueblos de América. A los saqueadores de siempre y empobrecedores de los pueblos. Como apodar al entreguista que se atrevió llamar a la comunidad internacional a intervenir un pueblo que no se lo ha sugerido, ni siquiera.

    La intervención dejó un Haití desvalido, robado, expoliado y canceroso. Lo endeudó y lo entregó a los Carter. Desintegraron la oposición. Diezmaron los liderazgos y corrompieron sus estructuras.

    El miedo que nos crean sobre la inseguridad es histórico. Cada cierto tiempo los vividores del contrabando y el mercado haitiano nos hacen ver una crisis. Crean una crisis, sobre todo de inseguridad. Nos llenan de desinformaciones. Hablan de invasión pacífica. Le ponen los nervios de punta a los que no entienden el concepto invasión.

    A la sazón del momento actual, las presencias de extranjeros en el país han puesto un tono diferente   a   la seguridad. Esos extranjeros no son los haitianos.  Los que clonan tarjetas, transfieren valores de una cuenta bancaria a otra, los que roban informaciones por las redes electrónicas, los que imponen las nuevas modalidades del tráfico, las redes pornográficas, entre otras, son de otros            lares americanos y dominicanos venidos o deportados del pandemonio de todos vicios, estados unidos.

    Ser Lacayo del Imperialismo es aceptable de quien quiera venderse él. Pero prestarse a pedir intervención extranjera en otro país, sobre todo en el vecino, es un error histórico. Sobre todo, con el acompañamiento de limitar las visas a estudiantes, revisar el plan de regulación y deportar miles de inmigrantes haitianos. Perfecto el plan.

    Lo descarado de un Presidente que permite la presencia de tropas con el pretexto de abastecimiento, la militarización de la frontera, y la persecución despiadada y tenaz contra migrantes haitianos y su deportación, es parte de un plan desenfrenado para presionar el acelerado intervencionismo imperial en la isla.

    Un   lacayo debe tener claro que no todos son tontos. Esa actitud se parece a la 1804, mientras el pueblo haitiano luchaba por su independencia, de este lado de la isla se apoyaban las tropas del imperio español.

    Buena herencia, señor Presidente.  Siéntase usted el ridículo, pero no hable a nombre de la inseguridad. Piense aquí y en español, si quiere cambiar, está a tiempo. Cansados    estamos de los que hablan y piensan en inglés.

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